La inquietud por escribir este libro sobre los 100 años de la actual plaza de toros de Pamplona ha sido el aunar y dar sentido a las dos vertientes de mi formación y vida profesional. Por un lado, la condición de investigador y licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Navarra y, por otro, la tan intensa como amplia colaboración periodística con medios de comunicación, en especial con Diario de Noticias, recorriendo durante tres décadas, la historia y el presente cultural y taurino de Navarra.
Este proyecto también ha sido un deber de agradecimiento para con la ciudad y sus fiestas, para con mis padres que cultivaron en mí con éxito el amor a Navarra y su cultura, en especial la taurómaca, y para con la Feria del Toro de la Santa Casa de Misericordia de Pamplona. Abono taurino pamplonés del que uno está muy orgulloso de no haber faltado a ninguna función de lidia y muerte celebrada desde el 14 de julio de 1973. Día este en el que bajo el diluvio universal un tal Antonio José Galán se entretuvo en cortar cuatro orejas y un rabo en la corrida de Miura y, además, a mí me entregó con foto, firma y plastificado de por vida el carnet de taurino. Tener este carnet no es moco de pavo. No lo pides, te lo ganas y aparece en tu cartera sin darte cuenta. Te lo dan o no te lo dan; se tiene o no se tiene. Y tenerlo es mucho; es como saber otro idioma, o como conocer el lenguaje musical y tocar un instrumento, o como bailar cogido de la mano con todas las musas de las Bellas Artes. En realidad, es una suerte con la que la vida y la libertad te abraza. El sentimiento te lo asegura la vida. La libertad, sin embargo, está en entredicho por gentes que van de progresistas y se convierten en ignorantes reaccionarios. Antes de que la tauromaquia y, por ende, la plaza de toros de Pamplona pudiera sufrir un vil y definitivo golpe de verduguillo, es importante, en este caso obligatorio, recopilar su historia, sus protagonistas, vicisitudes y datos. Son ya cien años, un largo siglo con funciones taurinas en este coso de la capital navarra. En realidad, y en concreto, este proyecto que el lector tiene entre sus manos, es el resultado de un intenso trabajo que puede reducirse en una cuantificación rápida. Un siglo con 96 años en lo que se han celebrado algún espectáculo taurino. A la efeméride del centenario hay que restarle cuatro años en los que el toril de esta plaza permaneció cerrado: Los dos de la Guerra Civil Española (1937 y 1938) y otros dos de la todavía ‘coleante’ pandemia del Covid-19 (2020 y 2021). En este tiempo se han celebrado cerca de 1.500 festejos de lidia y muerte. Se han tratado más de 5.000 referencias concretas en títulos y nombres de ganaderías, hierros, ganaderos, toreros, rejoneadores, novilleros con y sin picadores; y centenares de fotografías, incidencias e historias reseñables en este millar y medio de funciones.