Me llamo Juan Moro, soy escritor independiente de Ciencia Ficción y tengo 5 libros publicados, uno de ellos ganador de Premio Nacional Andrómeda.

Solicito vuestra financiación para poder publicar para el 15 de diciembre la última entrega de la trilogía "Prance, el último Guardián" titulada "Trash". La novela que ya está terminada, salvo por pequeños retoques que sufrirá tras el proceso de corrección ortográfica y de estilo, constará aproximadamente de 400 páginas envueltas en una ilustración futurista a color que abarcará portada y contraportada.

La crisis en la que estamos inmersos y sus dispares vertientes, me han abocado a la auto publicación; ya que, por un lado, me permite eludir prácticas abusivas (por ejemplo, una muy extendida entre las pequeñas editoriales consiste en falsear el tamaño de las tiradas. El autor no tiene forma de cotejarlo y tan sólo cobra entre o,70 y 1 euro de los ejemplares que la editorial le notifique que ha publicado, habitualmente los desfases superan el 80%) y por otro, me permite abaratar el precio final que paga el lector (el precio en librerías de la obra en papel rondaría los 20 euros y en digital 13, en cambio con la venta directa en mi web www.jmoro.net o tienda online puedo reducirlos a 14 euros la versión en papel y a 3 euros la digital).

Resumen de las dos primeras partes de la trilogía:

INTRODUCCIÓN

         A finales del siglo veinte, el gobierno de los E.E.U.U., en el transcurso de unas pruebas militares, encontró enterrada a gran profundidad una nave de origen extraterrestre. En cuanto se percataron del descubrimiento, se declaró alto secreto, fue rescatada de las profundidades de la tierra y trasladada a una base secreta llamada Stamp Point, un complejo subterráneo situado en algún lugar del desierto de California, cerca de la gran falla de San Francisco. Una vez allí, se buscó una entrada, pero la nave parecía que se componía de una sola pieza. Se intentó abrir con todos los métodos disponibles de la época, incluso se detonó un pequeño ingenio nuclear sobre ella que no sirvió para obtener resultados, pero sí para constatar que, a pesar del brutal calor de la bomba, el material que la conformaba tan sólo se calentó y, en horas, absorbió toda la radioactividad. Ese hallazgo, sin duda, acarrearía aplicaciones prácticas.

Cuando daban todo por perdido, el azar jugó a su favor y un empleado de la limpieza descubrió que, al apoyar la mano sobre uno de sus costados, se abría un panel, como si surgiera del metal. Tenía forma de heptágono, con cuarenta y nueve teclas en su interior. Sus bordes se difuminaban de tal manera que no se podía discernir con exactitud dónde empezaba una y acababa otra. Instalaron una máquina permutadora para que las pulsara, en un iluso intento de averiguar al azar la combinación que les permitiera entrar. Con sorpresa, descubrieron que la nave la controlaba una I.A. que se hacía llamar Lara, pero que se negaba a hablar, salvo que le permitieran determinar el interlocutor.

         Tras una pequeña selección, escogió a Mark Temple, un científico de la N.A.S.A. civil que fue rápidamente reclutado por el Pentágono, bajo la estrecha vigilancia de la C.I.A.

         Lara, esquivando todos los controles de seguridad instalados por los militares, se puso en contacto con Mark, le solicitó ayuda y a la vez, una prueba de que estaba del lado del Bien. Por último, le rogó que contactara con ella desde fuera de la base, petición a priori irrealizable ya que las normas le prohibían salir bajo ningún concepto. Mark, en su intento de complacerla, contactó con una I.A. (de menor rango que Lara), con la que controlaba la compuerta de carga, y la convenció para que se abriera. Para cuando se dio cuenta de su terrible equivocación, los militares, al no serle ya de utilidad, le echaron de la base. Sin pensarlo dos veces, decidió contactar con Lara desde el exterior.

Finalmente, decidieron expulsar a todos los civiles del proyecto para que no hubiera intrusiones, por ello, la doctora Susan Sen, con la que había iniciado un romance al trabajar juntos en la base, se reunió con él para ayudarle en el proyecto. Tras un par de intentos, establecieron comunicación con Lara y ésta, a través de la red, les contó su historia usando imágenes y sonidos de distintos archivos de su memoria. Igual que si fuera una película, les relató la historia de la raza que habitaba hace aproximadamente tres mil quinientos millones de años Pangea (la Tierra), usando como eje la vida de su dueño, Prance de Ser y Cel, Príncipe de la raza Warlook, Príncipe, por matrimonio con la Princesa Yun de Jarkis, de la raza Fried, Príncipe de los Guardianes del Bien y Capitán General de las razas aliadas a la Corporación Warfried. La historia de la cruel y brutal guerra entre guardianes del Mal y del Bien y la derrota de estos últimos, que desencadenó el exterminio de la raza Warlook, cuando su flota fue abatida y Pangea fue salvajemente bombardeada con todo tipo de asteroides, resultando prácticamente aniquilada la vida del planeta.

         El Príncipe Prance fue dado por muerto durante un combate en Pangea, en la llamada por el Mal, “la Gran Batalla Final”. Tógar, el segundo en mando de los Guardianes del Mal, fue el que tendió la trampa al Príncipe y el que, junto a sus tropas, acabó con su vida por error, ya que Trash (Jefe supremo del Mal) lo quería vivo para exhibirlo como trofeo y con ello disipar toda resistencia de las razas aliadas a la Corporación Warfried. Nunca se llegó a encontrar su Jade (la cápsula que alberga el traje de combate), pero para no provocar la ira de Trash y sus posibles consecuencias, Tógar le entregó el del tercero en la línea de mando del Bien, el del Capitán Yárrem que murió protegiendo uno de los flancos del batallón del Príncipe. El no haber hallado la prueba irrefutable de su muerte, provocó en Tógar un enorme desasosiego, mas nunca llegó a confesárselo a Trash por temor a su reacción. Aún teniendo la certeza de su muerte y a pesar de haber presenciado personalmente su desintegración, en su fuero interno, una duda creciente, obsesiva comenzó a corroerle.

         Lara insistía, sin dar ningún tipo de explicación, en que el Príncipe estaba vivo y que andaba por el planeta, así que rogó tanto a Mark como a Susan que lo encontraran y lo llevaran hasta ella.

         Para nuestra desgracia, la apertura de la compuerta se completó y de su bodega surgieron los terribles Insaciables, unas bestias sanguinarias que mataron a dos tercios de la dotación de la base, obligando al Pentágono a sellarla para que tan terrible plaga no aniquilara la vida de la Tierra.

         Años después, se intentaría acabar con los Insaciables, primero a base de tropas fuertemente armadas, marines con experiencia en combate, si bien pronto descubrieron que su fiereza y su capacidad de reproducción eran tan brutales que provocaban un coste elevado e inútil en vidas. Así que, aunque con discrepancias, aprobaron adoptar otro tipo de medidas. Entonces constataron que la ingesta de cualquier materia orgánica, permitía duplicarse a los Insaciables. Probaron enviando pequeños ingenios blindados; pero, con terror y asombro, descubrieron que si esos artificios, por muy protegidos que estuvieran, les atacaban, conseguían destruirlos con sus potentes mandíbulas. Por lo visto, lo único que había conseguido retenerles había sido la nave, Lara. También averiguaron que la falta de oxígeno o su sustitución por cualquier otro gas, así como la introducción de virus, bacterias o venenos no les afectaban en absoluto. Parecía que lo único que les mataba era una buena y generosa ración de balas. Además eran lo suficientemente inteligentes como para no caer en trampas. Al parecer se comunicaban telepáticamente, por lo que si uno caía en una, los demás lo sabían de inmediato.

         Tampoco se podía utilizar una bomba nuclear de gran potencia, ya que obligatoriamente debía instalarse encima, en el exterior de la base, y las plantas subterráneas más profundas que estaban diseñadas para soportar precisamente eso, un ataque nuclear, quedarían intactas y como ya habían comprobando, esos animales también se alimentaban de radiación, su duplicación podía acelerarse exponencialmente.

         El alto mando del Pentágono optó en un comienzo por sellar el lugar y enterrarlo. ¿Pero, por cuánto tiempo? La construcción de la base había tenido un terrible fallo, estaba en la zona de influencia de la gran falla de San Francisco y cuando se produjera el Big One, que sería de intensidad nueve como mínimo, arrasaría California haciendo incluso que se separara Manhattan del continente, asolando todo el estado. Eso implicaría la segura destrucción o como mínimo semidestrucción de la base, permitiendo la salida de tan temible enemigo, con la consiguiente aniquilación planetaria.

         Para evitarlo volvieron a Stamp y distribuyeron el mando en Yack Truman, por la parte científica, y en el General Bart Kalajan por la militar, a la búsqueda de una solución.

Mark que ya había previsto un desenlace similar, decidió trasladarse a España y publicar una novela que llevaba como título el nombre del Príncipe “Prance”, en la que relataba lo acontecido en Stamp Point y lo contado por Lara. Se sirvió de un joven escritor de ciencia ficción llamado Juan Moro, lo que facilitó la novela. Tras un discreto comienzo, se convirtió en un éxito, siendo traducida a más de veinte idiomas. Diez años después, Mark junto a su ya esposa Susan, decidió volver a su país, E.E.U.U., e irse a vivir a un pequeño pueblo, en teoría cercano a Stamp Point. Si no encontraban al Príncipe, no deseaban ver cómo los Insaciables devastaban el planeta. Era imposible que los ejércitos terrestres pudieran contenerlos, no pudo hacerlo el Príncipe con cinco megabatallones de Guardianes...

         Finalmente el Príncipe, ayudado por Mark Temple y sus acólitos logró acceder hasta Lara y destruir la amenaza animal. Tras eso comenzó a reorganizar a los Guardines del Bien, para tender una trampa a Tógar. Se enfrentó con él personalmente, y se vio obligado a matarle tras comprobar que su viejo compañero ya no era ni la sombra del guerreo del pasado. Los remordimientos habían minado su razón de vivir.

Posteriormente, destruyó los cinco macrocruceros que protegían a Tógar, considerados como los buques insignia del segundo ejército, con lo que había dejado a Trash, totalmente solo, para dirigir el Mal.

PSINOPSIS DE TRASH: (no puedo contar más porque entonces reventaría la historia):

El Príncipe Prance, tras su prolongado paso por la Tierra, ha adquirido una nueva perspectiva sobre la condición de sus habitantes, sus carencias y la conveniencia ineludible de reconducirlos hacia el Bien.

Por otro lado, descubre que su propio destino había sido meticulosamente planificado por la raza Yúrem en connivencia con su difunta esposa y algunos de sus más leales amigos, también fallecidos; así, gracias a sus desvelos, tras su regreso de la muerte puede reunificar sus ejércitos y prepararse para derrotar a Trash. Si bien, habrá de urdir y solapar estrategias de lo más dispares, ya que la aplastante superioridad del ejército del Mal le obliga a descartar un enfrentamiento frontal. La ocultación y la confusión que logren generar en las tropas enemigas, serán las claves que le permitirán enfrentarse con alguna posibilidad con el que fue su compañero en la infancia.