Un recuerdo suave y blandito para toda la vida, en el que tus sentimientos permanecen inalterables guardados en su interior.
El bolsillo oculto de su barriguita incluye un módulo de audio que reproducirá el mensaje que quieras.
Además cada Ozete es único, tiene un código personal con el que podrás comprobar sus datos.
El regalo perfecto para hacer perdurable en el tiempo un momento inolvidable.
PERSONALIZADO CON TU VOZ
Ozete es un peluche exclusivo en el que podrás grabar un mensaje de audio que reproducirá cuando se achuche. En el caso que no desees grabar un mensaje de voz, sonará una melodía que acompañará tus recuerdos para siempre.
CERTIFICADO DE AUTENTICIDAD
Ozete está hecho a mano con materiales de máxima calidad, diseñado en España y cumpliendo la normativa europea. Cada Ozete está numerado con un código único que podrás introducir en la web para comprobar sus datos.
Elige tu Ozete y se lo enviaremos a la persona a la que se lo quieras regalar.
Podrás enviarnos un mensaje de audio por WhatsApp, de hasta 3 minutos de duración, para que lo añadamos en su interior y suene cada vez que se achuche.
Aquí puedes conocer mejor a Ozete:
Para conocer la historia de Ozete tenemos que remontarnos varios meses atrás, cuando una repentina lluvia de verano sorprendió a la costurera llevando, a una pequeña tienda de la ciudad, los últimos ositos de peluche que acababa de coser, para ofrecerle al encargado que los pusiera a la venta.
Apenas habían caído cuatro gotas que mojaron levemente a los ositos y, aunque la costurera había optado por descartarlos a pesar del amor que puso en su elaboración, el encargado de la tienda le dijo que todos los peluches hechos con cariño merecían una oportunidad.
– Solo por un poco de agua de lluvia no vamos a desechar estos bonitos osos. Pensó.
El encargado, un señor amable que siempre saludaba sonriente a sus clientes, decidió colocar a los ositos colgados en un tendedero de la trastienda, para que se secaran bajo los cálidos rayos del sol.
Pasada la tarde, con la tenue luz que apenas iluminaba lo que quedaba del día, el encargado fue recogiendo los peluches ya secos y en perfectas condiciones. Con la escasa luz del atardecer, no se percató que uno de los ositos aún esperaba en el tendedero ser recuperado.
Cayó la noche y, aunque no hacía frío, ya habían pasado muchas horas desde que sus compañeros habían sido resguardados en el interior, por lo que Ozete se dio cuenta de que no lo habían dejado ahí para que su suave pelaje terminara de secarse, sino porque se habían olvidado de él.
Permaneció colgado por las orejas, esperando…
Cuando los primeros rayos de sol del día iluminaron su rostro, Ozete se alegró al pensar que pronto iría alguien a recogerlo; pero la mañana paso, al igual que la tarde, y nadie apareció.
Un golpe de viento sacudió el tendedero, provocando que una de las pinzas que sujetaba a Ozete de las orejas, saliera disparada. El osito de peluche quedó balanceándose, apenas sujeto por una sola pinza, impidiendo que cayera al suelo.
– ¿Ahora qué? Pensó Ozete, que sólo quería que alguien lo abrazara sacándolo de allí.
Eso no pasó al día siguiente, ni al otro, y tampoco al cuarto… Y mientras los días se hacían largos y las noches interminables, la pinza se resistía a soltar la oreja de Ozete.
Fue al cabo de una semana, cuando el encargado regresó de sus vacaciones, que vio al osito allí solo. Lamentándose del descuido, se dio cuenta que ya no era posible poner al peluche junto a los otros.
Tantos días ahí colgado habían hecho que la oreja del osito se agrandara hasta llegar a ser el doble más que la otra. Esa diferencia impedía ubicarlo en la tienda con el resto de sus compañeros.
El encargado, entristecido por lo que había sucedido tras su despiste, estaba a punto de desechar al peluche cuando, al mirar por última vez a los ojos de Ozete, recordó que había sido él mismo quien le había asegurado a la costurera que se los entregó, que todos merecían una oportunidad.
Así pues, preparó una caja y, con sumo cuidado, colocó a Ozete dentro. Puso la caja en un lugar preferente de la tienda y le añadió una etiqueta de decía:
«Dentro de esta caja hay un pequeño superviviente esperando a alguien especial que lo achuche. ¿Quieres cuidarlo tú?»
