Me llamo Raquel Diniz y soy cineasta independiente.
El proyecto Kamagasaki, la favela secreta de Japón, está directamente inspirado en el trabajo del fotógrafo mexicano Carlos Cazalis, ganador del ganador del World Press Photo Award en 2009. Sus fotografías no sólo eran impactantes. Revelaban un poderoso mundo de contradicciones, contrastes y verdades ocultas. Durante diez días viví en Kamagasaki, conocí a algunos personajes del trabajo de Carlos Cazalis y muchos otros. Me impactó que los gobiernos japoneses (local, nacional) negasen la mera existencia de Kamagasaki, donde viven más de 30.000 personas. Kamagasaki no sólo no aparece en los mapas, sino que es conocido por un eufemismo: Airin (bairro del amor). A primera vista, Kamagasaki sorprende por su dureza: hordas de ancianos alcoholizados que huyen de sus famílias, jóvenes subempleados, empresarios inmobiliarios arruinados en la burbuja de 1991, Yakuzas (mafiosos) que controlan el juego ilegal, prostitutas... Pero debajo de la superficie, Kamagasaki se revela como un oasis de humanidad en el país de los robots: activistas, albergues, redes de autoayuda, grupos de amigos. Kamagasaki queda retratado a través de sus personajes. A través de Masaya (un activista que se autodefine como el Che Guevara de Kamagasaki), Honda Tetsuya (un padre que impulsa la teología de la liberación), Noburo Anase (un ex Yakuza repleto de tatuajes y sin dedos) o Joddi Yoshitaka (un empresario arruinado con alzheimer que recluido en una residencia piensa que todavía es rico). El microcosmos humano de Kamagasaki acaba conformando el macrocosmos de Japón, el país del crisantemo y la espada, de las flores de papel (origami) y la Yakuza, de la ternura y la humillación.
Kamagasaki, la favela secreta de Japón es una producción independiente. El dinero solicitado en esta plataforma es para la finalización y distribución del documental. El 50% del proyecto (viajes, rodaje, imágenes, entrevistas) ya está listo. El dinero será utilizado en la posproducción (montaje, equilibrio de colores, ajuste de sonido, tirada de copias, difusión y distribución).
El mini documental formaría parte de un documental más extenso sobre la población marginal de Japón y sobre la llegada de refugiados a diferentes "favelas" después de la catástrofe de Fukushima.