Papá de una niña de 8 años, conocedor de todo un poco y mucho de nada, llevo haciendo fotos como aficionado, desde hace más de 30 años mientras me dedicaba a otras cosas tan dispares como a peón, telefonía fija, chófer, socorrista, cuentacuentos en hospitales, autónomo, técnico informático, conductor de ambulancia, reparación de telefonía móvil, electricista, etc. Como fotógrafo comencé con una Verlisa, para pasar a mi primera refléx, una Zenit rusa que compré en andorra, luego fue una Chinon y al final entré en la era de la fotografía digital con una Canon de segunda mano con cuatro objetivos: un 500mm fijo, un 55-250mm, un 18-55mm y un macro 0,45x (conservo todo excepto la Verlisa). Tuve una etapa en la que solo hacía diapositivas y tengo unas miles en ese formato, que algún día debería digitalizar, pero no me da el tiempo. En fotografía hay muchos estilos y maneras de hacer las cosas. Yo he optado por no “componer” las fotos, ni cortar las flores, lo que aparece en las fotografías es lo que veo al hacer la foto, aunque es cierto que algunas tienen un tratamiento informático para retocar los colores y las texturas, pero nunca la composición como tal. Soy consciente de que en mis álbumes hay fotografías mejores y peores, algunas, cuanto más las miro más me gustan, y con otras me pasa lo contrario, pero rara vez elimino alguna porque los gustos son tan diversos como las personas.