Desde que tengo memoria me he dedicado a poner proyectos en marcha, de forma altruista. Lo hacía porque disfrutaba con ello, y además ahora valoro enormemente el enorme aprendizaje que me supuso. Hace cuatro años dí el salto a emprender un proyecto que me permitiese obtener una rentabilidad y tratar de vivir de él: una academia de idiomas y apoyo a los estudios en Argamasilla de Alba, mi localidad. Han sido años duros, pero el esfuerzo va mereciendo la pena y cada año crecemos un poquito, lo que me permitió, a finales de 2018, embarcarme en un segundo proyecto: montar un escape room, también en Argamasilla. ¡Y fue bien! Nadie te enseña a montar y gestionar un escape room, pero esa es mi especialidad, poner en marcha cosas que nadie me ha enseñado y aprender e implantar mejoras sobre la marcha. En octubre de 2019 empecé a trabajar en la segunda sala, en el mismo local, la cual íbamos a poner en marcha en marzo de 2020. El parón por el COVID-19 ha sido un duro golpe para todos, pero también hemos aprovechado para plantearnos cosas para las cuales no teníamos tiempo ni neuronas disponibles hasta ahora. En mi caso decidí que era el momento de crecer más, y dar el salto a la localidad vecina y que tan bien ha tratado a mi primera sala de escape. Y en eso ando embarcado ahora, en reactivar los dos negocios que ya tenía y trabajar duro para poner en marcha Villa Indómita en Tomelloso, convencido de que esta aventura traerá ratos difíciles y grandes satisfacciones, como todas las aventuras en las que me he embarcado hasta ahora.