Una familia con una forma de vivir situada en la normalidad de una sociedad libre, sin alardes por los que la pudieran señalar, se ve zarandeada incompresible e inmoralmente por la incongruencia del modelo de vida de un grupo de desalmados radicales sin escrúpulos. Las aspiraciones estúpidas de estos ignorantes delincuentes oscurecen su presente y acaban tiñendo de negro su futuro...
Juan Manuel Sanz Andújar, nacido en Linares el 8 de mayo de 1948, reside en Tomares desde 1979 llegó a Tomares, con un par de interrupciones por cuestiones laborales (de 1992 a 1995 y de 1997 a 2003) con idas a Madrid por necesidades organizativas y nuevas responsabilidades. Se tituló en Ingeniería Técnica Industrial por la Universidad de Granada en la Escuela de Ingeniería de su ciudad natal, hoy Politécnica Superior de la Universidad de Jaén, en 1970.
A finales de 2003, buscando nuevos horizontes con los que cubrir la liberación que le iba a producir el poner fin a la vida laboral, toma contacto con el mundo de las letras y empieza a escribir. Varios años más tarde, tras haber dado forma a varios libros en el terreno del ensayo y la narrativa, y siguiendo el empeño de la familia edita hacia 2008 un breve ejemplar titulado Este es mi libro. Un año después, atendiendo a la misma dinámica, compromete la edición de un relato llamado Volvamos a ser inteligentes que es presentado en la Feria del libro de Sevilla de 2009. En la actualidad tiene otros nueve libros terminados, entre los que se encuentran varias novelas que han sido construidas en los últimos cinco años, un género en el que se siente cómodo.
A través de la lectura y recorriendo el contenido puede identificarse el día a día y los temores vividos, con indignación e impotencia, en una época negra que nunca debió acompañarnos en la vida. Se encontrará relatado el impacto y la trascendencia de hechos repudiables, correspondientes a comportamientos irracionales de grupos radicalizados que intentaron doblegar a la sociedad y llevarla al abismo a base de invadir su privacidad personal y sembrándola de miedo y dolor, con los que quisieron imponer ideales radicales que no respetaban los derechos de una población deseosa de ser plural y libre.
«El testimonio vertido, este que he encabezado por un titulo de pavor, del que me siento responsable único como autor en estado real de libertad y a bastante distancia de la zona más vulnerable que los terroristas suelen castigar, con seguridad se narra mucho mejor y con mayor credibilidad si se vive de cerca y no a distancia en un ambiente cordial y en una zona en la que a la gente le gusta disfrutar de la vida. No obstante, en este caso, por tratarse de un acontecimiento desgraciado y triste, la visión esbozada, la perspectiva lograda o el final del hecho fundamental, en lugar de representar una alegría compatible con el texto se convierte en una tristeza creativa a perpetuidad, porque no dejo de sentirme herido al no haber sido capaz de enhebrar un final feliz como el que se merecería cualquier familia ejemplar. Al margen de los desaciertos, de cualquier tipo, que seguro habré cometido, ninguno contravendrá los verdaderos valores que capitanean a mis pensamientos pero la herida abierta en mis sensaciones, por el desarrollo creado y por las consecuencias infringidas, es bastante profunda y no cicatrizará fácilmente por la infección de las formas y por el dolor crónico aportado por los resultados elegidos junto a la manera en que ha concluido semejante atrocidad, casi comparable a lo que se puede contrastar en la realidad, provocándome el sentimiento de fracaso impropio por no haber conseguido alejarme de lo que ni yo ni nadie puede aceptar en su día a día. Tampoco se va a curar mi herida con solo ser consciente de que el final del caso no ha sido el que me hubiera gustado que se diera o porque, cuando estas situaciones se producen en la realidad, tienen cierta equiparación con el desarrollo de los sucesos del tema literario, por lo que temo que pueda seguir abierta por la continuidad de una inmoralidad tan flagrante como la de los energúmenos actuantes y que sus acciones se perpetúen tanto en la cruda realidad como en lo que sienta mi conciencia, obligándome a sufrir, a mí y a gran parte de la sociedad, más situaciones de dolor y mayor número de damnificados, mientras el temor no llega a esfumarse y mucha gente ha de sufrir sus consecuencias».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Juan Manuel Sanz Andújar os lo agradeceremos.