Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Ella, significaba un principio y un final para el que ninguno estaba preparado.
Ellos, fueron creados para arrasar con todo, sin mirar atrás.
Y él, nunca imaginó que sería la pieza que encajaría todo.
El mundo se había ido a la mierda y la vida en el búnker era cada vez más complicada. Los mandos jugaban con todos nosotros como si fuéramos piezas de un tablero de ajedrez. Y yo, jugaba con todos ellos como si tuviera la certeza que iba a ganar. Dilan y los chicos obedecían órdenes, esperando que las cosas cambiarán. Alejandro debía enfrentarse a sus demonios mientras intentaba buscar su lugar en aquella maldita guerra de poder. Y aquella noche, cuando se enfrentó a mí para buscar la verdad, por primera vez en mi vida tuve miedo.
Miedo porque entendí que podía controlar todos y cada uno de los factores de nuestra misión.
Pero, había un factor que no iba a poder controlar.
Y ese factor se llamaba: Alejandro.
Yolanda Pedrero Carrasco nació el viernes 11 de octubre de 1991 en Barcelona, España. Es licenciada en Criminología por la Universidad Pompeu Fabra y cuenta con dos másteres realizados en la Universidad de Barcelona. A muy temprana edad ya imaginaba miles de historias en su cabeza, propiciadas por los cuentos que le contaba su padre sobre mundos imposibles y aventuras maravillosas.
Hasta que una pandemia mundial obligó a millones de personas a permanecer en sus casas no tuvo oportunidad de dar forma a esas ideas. Cómo una forma de evadirse de la realidad e incertidumbre en que estábamos todos viviendo, vio el momento adecuado de plasmar y dar vidas a sus historias y de compartirlas con el mundo.
«Ésta es una novela sobre el fin del mundo.
Una novela donde se nos muestra que incluso la persona más fuerte y preparada para enfrentarse a la peor de las catástrofes puede derrumbarse. Donde aquel que creemos que es más débil puede acabar convirtiéndose en el pilar en el que sostenerse.
Una novela en la que cobra sentido la expresión de que los amigos son la familia que escogemos.
Nos muestra lo peor y lo mejor del ser humano y hasta dónde somos capaces de llegar. Nos enseña que en cada uno de nosotros existe una fortaleza inigualable que nos permite afrontar cualquier situación que nos depare la vida, por complicada que está sea.
Espero que con ella te diviertas, sufras, te emociones, te enfades, te alegres y, sobre todo, disfrutes tanto como yo he disfrutado escribiéndola.
Y lo más importante, obtengas de todos y cada uno de los personajes esa fortaleza, la misma que he conseguido yo para ser valiente y apostar por mis sueños».
«Forcejeé con las esposas de plástico y noté como éstas me quemaban las muñecas. Aquel dolor me recordó lo que estaba por venir, pero por primera vez en mi vida me sentí en paz conmigo misma.
Habíamos preparado todos y cada uno de los escenarios posibles. Había calculado cualquier posible variable, todo lo que podía salir mal y lo que podría salir bien. La forma en que estaban yendo las cosas solo pronosticaba un final, pero entendía que era justo.
Estaba más que preparada, me habían instruido para eso, me habían enseñado que el sacrificio por las personas que quieres es el mayor de los valores que podía tener una persona y yo estaba más que preparada para salvarlos a todos.
—¿Esa es vuestra última palabra? —volvió a preguntar el comandante Lara.
Yo simplemente pase de mirarle a él, a mirar a Alejandro. El brillo de sus ojos, su mirada de terror me hizo creer que creía saber lo que iba a pasar. Finalmente me armé de valor para mirar al que había sido mi hermano y, al que caí en la cuenta de que, hacía demasiado tiempo que había perdido. Vi como apretaba fuertemente la mandíbula y su mano buscaba el arma. Hace dos noches le había dicho que no estaba preparado para hacer lo que debía, pero la resolución en su mirada me dijo que, finalmente, iba a respetar mi último deseo.
—Mortuus non est finis, sed solum principium.
Las palabras de Dilan se quedaron flotando en el aire. Vino hacía mí, con una nueva resolución en su mirada y más sereno de lo que lo había visto aquellos meses. Yo le sonreí, miré uno a uno a mis hermanos, volví a respirar hondo y cerré los ojos.
Antes de eso, pero, me permití un último desliz. Miré a Alejandro, que abría los ojos de par en par, presintiendo lo que iba a pasar. Pero si de verdad le importaba, si de verdad estaba preparado para protegerme. Iba a permitirme aquello, irme en paz».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Yolanda Pedrero Carrasco os lo agradeceremos.
