«Me llamo Miranda y mi vida es una bomba de relojería. Tic, tac, tic, tac».
Miranda es una joven fotógrafa de guerra ingresada tras ser herida. En el hospital descubre que padece una enfermedad degenerativa. A partir de ahí le cambiará la manera de descifrar la vida, especialmente gracias a Saulo, su mentor, un viejo reportero que le aleccionará con extrañas metáforas. La relación infame con su madre, la visita a su padre y el reencuentro con un viejo amor generarán situaciones ridículas, absurdas y dramáticas contadas con ácido humor y sentido de la realidad, mientras acompañamos a la protagonista en su imparable cuenta atrás.
Nacido en Pamplona en 1969, Mikel Alvira es un autor a quien su inquietud creativa le ha llevado a trabajar en muy diversos ámbitos, desde las artes plásticas hasta el cine, disciplinas en las que ha realizado audaces incursiones. Pero, ante todo y sobre todo, es escritor, ya sea en narrativa, en poesía o en ensayo. Con El silencio de las hayas (2009) despegó su fecunda carrera de autor, que incluye títulos como La Novela de Rebeca (2015), El color de las mareas (2018) o Yo fui Gilles Nabarre (2019). Con Tic Tac Miranda, su novela más directa, audaz y atrevida, demuestra de nuevo que disfruta contando historias.
«Esta es mi novela más directa, audaz y atrevida. Es una historia vitalista, cargada de acción, humor corrosivo y escenas rocambolescas. Con continuos giros y cambios de perspectiva, te va a transportar. En sus páginas, Miranda, fotógrafa de guerra, te guiará por distintos conflictos armados desde que sabe que tiene una enfermedad degenerativa hasta su último reportaje, siempre escuchando a Saulo, un enigmático compañero veterano, en una auténtica cuenta atrás con situaciones ridículas, dramáticas y absurdas».
«¿Qué haces con las fotos que no te gustan, Saulo? ¿Las borras?
Le acababan de traer su segundo güisqui. Un camarero con aires de paciente sufridor del imperialismo occidental había irrumpido en el salón, en el que solo estábamos nosotros dos, y se lo había servido con tanto servilismo que llegó a ofenderme. Quizás era lo que más me repugnaba de viajar a países pobres. Por entonces, ninguno de los dos sospechábamos aún lo de mi enfermedad.
Ja,ja,ja. No te enteras de nada, chavala.
¿Por qué te ríes?
Saulo me doblaba en edad. Llevaba toda su vida como fotógrafo de guerra; era una leyenda. El que hubiera accedido a apadrinarme en mis primeros reportajes no le daba derecho a reírse de una pregunta mía. Sin embargo, se estiró hacia atrás en el sofá, aleteó con sus enormes brazos hasta hacer que la guerrera que llevaba pareciera reventar, se acarició la barba, tosió acuosamente y, quitándose las gafas, se inclinó hacia mí. Olía a alcohol y a colonia.
Las fotos que no me gustan no las hago.
Eres un engreído y un chulo, Saulo».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Mikel Alvira os lo agradeceremos.