Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
El Proyecto Sumaladay es un documento militar clasificado por la Armada Terrestre, una grabación que hasta la fecha solo conocíamos cuatro personas: el almirante O´Conell, el mayor Fletcher, el demógrafo jefe Takeo Fujiwara y yo misma. Una vez firmados los acuerdos de confidencialidad, el almirante ordenó destruir toda la documentación relacionada con el proyecto. Aunque nos vimos obligados a cumplir las órdenes, el núcleo de mi ojo conservaba una copia cifrada. El archivo en cuestión es el testimonio de una mujer que viajó a las estrellas y nos salvó del olvido. Si he decidido divulgar su contenido es por respeto a la persona que se aseguró de que pudiéramos tener un futuro. Se lo debo. Se lo debemos todos. Merece, por tanto, el reconocimiento de que conozcan la historia por su propia voz.
Empecé dibujando tiras de humor para La Codorniz y Segundamano.
Como dibujante de cómics he colaborado con Comix Internacional, Cimoc, 1984, Rambla, Zona-84, El Ecologista, Creepy, Makoki, Zero, Ere Comprimee y Heavy Metal. Actualmente me dedico a la literatura y la ilustración de libros. He publicado con Debolsillo, Edebé, SM, Bruño, Edelvives, Espasa-Calpe, 23 Escalones, Ediciones del Laberinto, Babylon, Universal Didactics, Ediciones PG, Final Yayincilik Reclamcilik Sanayitica, Patakis Publications, I-DAUM, Edizioni Piemme, MUZA SA, Libros de las Malas Compañías, El Dodo Lector, Narval y Hubei Childen'S Press. He sido publicado en Alemania, la antigua Yugoslavia, Polonia, Francia, Italia, Grecia, Portugal, Ecuador, Venezuela, Brasil, México, Chile, Reino Unido, Turquía, Corea, China y EE.UU.
«Proyecto Sumaladay nos transporta a un futuro donde el desconocimiento y el olvido infantilizan a la especie humana, en un mundo plagado de conceptos que parecen hibridar entre el delirio y la ciencia. Durante esta larga aventura con aires de epopeya, seguiremos a Clöe Niomaru, una joven fuerte, implacable y segura de sí misma, embarcada en una misión que la llevará a atravesar la galaxia para traer a la Tierra el preciado lubrimetal de Sumaladay. Es fascinante imaginar la fauna y flora descrita en esta novela, y se convierte en un verdadero reto hacer este ejercicio con los sumaladayos, sus hogares y sus extrañas construcciones. Viajar por el espacio y el tiempo a lo largo de esta trama es un placer, porque todo es familiar, pero completamente nuevo y desconocido. Veremos crecer a Clöe, enamorarse, sufrir y pelear, hacerse cargo de sus errores, y, tal vez, incluso de los de la humanidad».
«Cuando nos encontrábamos a escasos metros de sus madrigueras, una horda de animales triangulares planearon desordenadamente dirigiéndose a nuestro encuentro. Cada planeador llevaba una bestia de ocho metros firmemente asentada sobre su lomo. Los planeadores se mantenían en el aire sin apenas esfuerzo, debido a que en la oquedad de sus cuerpos generaban por sublimación un gas volátil. Esos animales se alimentaban de esporas y obedecían las órdenes de los k‘ukô a través de unos destellos que titilaban en el interior de las burbujas de la cola.
Las criaturas k‘ukô deshicieron abruptamente el desorden, una coreografía sincronizada formó un círculo perfecto alrededor de la patrullera, por arriba por abajo, hacia los lados y en diagonal, de manera que quedamos emboscados en el interior de una esfera viviente de planeadores. Conté treinta y dos, situados entre sí a una distancia equidistante. No podíamos maniobrar sin colisionar con alguno de ellos.
—Eso de ahí es otro señuelo.
—Más bien parece una trampa.
—Es una delegación señuelo. Mientras observamos el espectáculo y valoramos qué hacer, han puenteado las comunicaciones.
—¡No joda! ¿Cómo pueden hacer eso?
—¿Ve ese fluido que segregan las mucosas?
—¿Esa cosa azulada y brillante?
—Sí. Esa substancia genera un campo eléctrico que crea interferencias.
Confirmando las palabras del guía la nave se estremeció, el interior de la patrullera se iluminó en tonos rojos intermitentes mientras sonaba la alarma, la radio comenzó a escupir estática y perdimos la conexión. El flujo de datos que nos mantenía unidos a la base como un cordón umbilical se cortó. Sabía que los servidores activarían un protocolo automático de seguridad en cinco minutos y eso me tranquilizó, pero mientras tanto estábamos solos».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Rafael Estrada os lo agradeceremos.