La aparición del cadáver de un toxicómano en las inmediaciones del Cementerio de la Almudena de Madrid, seguido de varias agresiones por parte de una organización juvenil de extrema derecha que responde al nombre de Verdaderos Patriotas, serán las responsables de sacar a la luz una trama de corrupción y tráfico de drogas dirigida por un excomisario de la Policía Nacional, un legionario retirado y un antiguo carterista.
La investigación, llevada a cabo tanto por las autoridades como por los reporteros de la revista Páginas de Sucesos, irá desgranando paso a paso hasta dónde llegan los tentáculos de estos tres personajes, los cuales abarcan desde el contrabando de hachís a través del Estrecho y su distribución, a un sórdido prostíbulo en el que mujeres procedentes de Europa del Este son forzadas a ejercer el oficio más antiguo del mundo, pasando por ser los responsables ideológicos de los ataques orquestados por los miembros de Verdaderos Patriotas en su fanatismo por conseguir una España grande y libre.
Ignacio Barroso Benavente (Madrid, 1984). Licenciado en Ciencias Químicas por la UCM y doctor en Ciencia e Ingeniería de Materiales por la UC3M. En la actualidad colabora con la revista digital SoloNovelaNegra.com. También ha colaborado en revistas del género como, Somnegra, Fiat Lux y Revista Calibre 38. Escritor insomne, con cierta adicción morbosa por esto del género negro. En su blog https://nachonoir.wixsite.com/misitio suele colgar (con periodicidad bastante irregular) relatos al más puro estilo hardboiled (aunque alguna vez ha pecado dejándose llevar a otros registros como el relato erótico).
Ha publicado Barro. Ceguera. Silencio (Amazon, 20017), Fragmentos, sueños y derrotas Vol. 1 (Amazon, 2017) y 20 Cigarrillos (Amazon, 2018). Gary Ridgway El asesino de Green River (Sekotia S. L., 2018) y Sombras Oscuras. II Antología de relatos negros, VV.AA. (Ediciones PG, 2018).
Y por aquí, lo que nos cuenta de su novela:
«¿Una novela negra que se aleja del tópico de detectives de pasado tormentoso?, ¿donde los malos son unos hijos de puta, pero tienen un pasado que comprende su presente? ¿Una revista que no pasa de ser un fanzine dedicado al género negro con una exclusiva que jamas habría soñado? Desamores y engaños… Fanatismo ideológico como cortinas de humo…
Todo esto y más es lo que puedes encontrar en Operación Petanca, ¿me ayudas a que dé el salto del pixel al papel?».
«La escena es la siguiente.
En mitad de un descampado tenemos a cuatro tíos rodeando a un quinto que está en el suelo. La negrura rodea todo como una mortaja lista para envolver fiambres. Está lloviendo. El barro salpica los brazos y la ropa del hombre que trata de ponerse en pie, pero lo máximo a lo que llega es a quedarse de rodillas, negando con la cabeza.
Para hacer visible lo que se está cociendo, a pocos metros de la escena, dos coches aguardan con el motor en marcha y las luces encendidas. Dentro de uno de ellos, un todoterreno negro de gama alta y cristales tintados, un tipo de avanzada edad no pierde detalle. Una mueca sádica se traduce en una sonrisa de satisfacción que asoma en sus labios, bajo el fino bigote manchado de nicotina que luce al más puro estilo franquista. Todo en él rebosa ecos de aquella época. Torturas. Detenciones. Malos tratos. Coñac y tabaco negro en una sala de interrogatorios mal iluminada y un preso convertido en carne curtida a palos que firma cualquier cosa con tal de poder respirar un rato, sin que hacerlo se convierta más en un deseo que en una necesidad fisiológica.
La lluvia cae en el parabrisas con fuerza, enturbiando la imagen. Incómodo, se inclina hacia adelante para decir al chófer que si no quiere salir al barro y asumir las consecuencias de su negligencia, ya sabe lo que tiene que hacer.
Dicho y hecho. Los limpias se mueven rítmicamente, haciendo que todo deje de tener los contornos difuminados de un cuadro de Leonid Afrémov, para dar paso a la lluvia cayendo al contraluz de los faros.
Satisfecho, se acomoda en su asiento, con las manos enlazadas sobre el regazo con pinta de no haber roto un cráneo en su vida, haciendo caso omiso al hombre que comparte habitáculo con él.
Fuera, lejos del confort del vehículo, la cosa es bien distinta. La lluvia gotea por el mentón del tipo que está recibiendo un aluvión de golpes y preguntas, diluyendo la sangre que brota de sus cejas y boca. No está muy seguro de ello, pero al pasar la lengua sobre los dientes hace un rato que ha descubierto un par de huecos donde por la mañana tenía dos incisivos. Aunque tampoco está en condiciones de pararse a reflexionar sobre estas cosas. Las preguntas se suceden y si las respuestas se demoran o no son satisfactorias, ya sabe lo que pasa. Dolor interno extendiéndose como una plaga bíblica, salvo que en lugar de langostas aquí lo que prolifera son hemorragias y tejidos que revientan.
—Vamos a probar otra vez —dice el que parece llevar la voz cantante—. A ver si ahora tienes la memoria más despejada —acompaña estas palabras de un golpe con la mano abierta en la coronilla de su interlocutor, que hace caer al suelo gruesas gotas de agua teñidas de rojo, tal vez en un intento de despejarle las neuronas—. ¿Dónde coño están la grifa y la pasta? Estamos teniendo demasiada paciencia contigo, así que no nos hagas perder más el tiempo».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y I. Barroso-Benavente os lo agradeceremos.