Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Sonia desea dejar de matar pese a un impulso incontrolable que la domina y no la libera. Anhela una vida dominada por la rutina, pero sabe que no es como tú ni como yo. Ama a su pareja y su presencia la perturba y obsesiona. Idealista, persiste en la búsqueda de una utopía inalcanzable. A través de esta novela en primera persona, Sonia nos invita a descubrir sus secretos más íntimos, desde los veranos felices de la infancia hasta su día a día actual donde el dinero no es problema gracias a una inversión fortuita en bitcoins. Muchas personas la envidian, otras la detestan y algunas se enamoran. Ella se enfrenta a fuertes contradicciones que comparte en detalle.
Diego Bartolomé (Sabadell, 1977) estudió ingeniería y administración de empresas y su carrera profesional hasta el momento se ha enfocado en la tecnología. Sin embargo, la escritura lo ha acompañado desde la adolescencia, manifestada en tres géneros literarios: poesía, cuento y novela. Después de la pandemia decidió enriquecer su formación y cursar en paralelo los itinerarios de Cuento y Novela ofrecidos por la Escuela de Escritura del Ateneu de Barcelona. La editorial Talón de Aquiles ha publicado el libro de cuentos O lo tomas o lo dejas y esta novela es el siguiente fruto de la semilla, y la primera parte de una trilogía sobre Sonia.
«Una novela en primera persona atrae. Si la protagonista es una asesina en serie, más. Y si la novela se centra en la complejidad de la mente de la asesina, no podrás dejar de leer. La escritura del autor es dinámica y orientada a la acción, pocas palabras superfluas encontrarás en la novela. Conocerás la vida de Sonia desde la infancia hasta el presente, con tanto detalle que tendrás que tomar partido, la lectura no te va a dejar indiferente».
«Pedro apaga el televisor Bang & Olufsen de cincuenta y dos pulgadas que compré en Internet después de mi último viaje a Dinamarca. Me cautiva el diseño nórdico. Se acerca, me da un beso y me dice que no tarde en ir a dormir. Me enerva su rutina. Sube a la primera planta sin mirar atrás. En el salón, el reloj antiguo que heredé de papá y mamá toca las nueve. Va retrasado un minuto, pero lo prefiero así. Los pasos lentos de Pedro en el suelo de parquet del primer piso sugieren que, como cada noche, va al baño y se cepilla los dientes. Después se desnudará y no se pondrá pijama; lo sé. Me explicó el porqué el día del vermú que se nos alargó hasta la madrugada: retos entre colegas en la celebración de la mayoría de edad. Desde entonces, no soporta dormir de otra forma. No echa de menos a Lucas, Óscar y Rodrigo, sus amigos de toda la vida. Mencionó los nombres una vez y me bastó para memorizarlos. Nunca me ha explicado anécdotas con ellos: dice que el pasado hay que guardarlo en el cajón. Debemos mirar hacia el futuro, siempre. Enciende la radio, se conecta a la emisora Deportes 24h y se duerme en menos de un minuto. Aunque le gustan los deportes, yo sé más alineaciones de balonmano, fútbol o baloncesto que él. No lo entiendo. Sentada en el sofá, observo sus movimientos desde mi MacBook Pro, mientras consulto la evolución de mis inversiones. No me puedo concentrar y tomar decisiones. Esta noche, Pepe me retumba en la cabeza, como desde hace meses. Y hoy con más intensidad, por la izquierda, por la derecha y en el centro. Pepe. Pepe. ¡Maldito Pepe! No puedo gritar; aunque querría.».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Diego Bartolomé os lo agradeceremos.