La Sombra Fría que trata de adueñarse de la ciudad de Umbría… Y del mundo. Martín, El Espantador de Sombras, y los suyos, les harán frente. Martín y Ana, La Cariátide, Beatriz, Olivia, la Milvoces Is y todas las gentes del Teatro.
Ya solo El Teatro puede salvar al mundo. Desde El Teatro de Umbría, Martín, Ana y los suyos están paso a paso reconstruyendo el mundo. Mas en El Teatro hay sombras oscuras, miradas ocultas acechantes, esperando su hora sombría. En El Teatro, en el lugar más sagrado, quieren salvar las obras que han conformado el mundo. En sus jóvenes y esperanzadas manos quieren alzar el mundo contra Las Tinieblas que acechan. Las mismas Tinieblas que quieren acabar con las obras escritas, con toda la cultura de Umbría y del mundo.
Juan Jiménez Ardana, nacido en Sevilla, casado y padre de dos hijas. Durante años trabajó para la Administración Pública, en la actualidad se dedica a escribir. Ha publicado varios libros, Bitácora de la Vientos Perdidos, novela de aventuras marineras y de misterio, Páginas adentro, libro de cuentos, La Letra Roja, narración breve, publicada junto a otros autores. Ha obtenido diversos premios por sus obras.
«Con la esperanza de que lo disfrutéis, os aliento a adentraros en el extraordinario mundo de Umbría.
Las Tinieblas quieren invadir el mundo. Hace tiempo que Las Tinieblas se apoderaron de Umbría, negando a la gente los libros escritos en papel, el Teatro y la vida. La Sombra Fría, su ejecutora, ha dado a su profeta Dante el poder de crear personajes malignos: Los Inciertos, contra ellos habrán de luchar Martin el Espantador de Sombras, Ana la Cariátide y las gentes del Teatro. Ana le hará descubrir a Martín que tiene, mediante la escritura, el poder de crear Inciertos, el creará a Luz.
¡Teatro, libertad y vida!».
«Aquella criatura con la forma perfecta de Ana quiso acercársele, sollozando. Él sintió su verdadero frío.
— ¡Apártate de mí, criatura de Las Tinieblas! ¡Apártate de mí, Sombra Fría maldita!
Gritando estas palabas la apartó de sí violentamente. Ella se deshizo de pronto. Gotas y gotas de sangre engañosa brotaron de la criatura mientras se deshacía.
Frías y frías vaharadas vinieron a sustituirla.
¡Jamás la tendrás!
Aquí se quedará La Cariátide Ana para siempre.
— ¡No! ¡no!
Martín se maldecía a sí mismo una y mil veces por haber caído en el engaño.
¿Cómo escribiría?
Miró la bolsa que llevaba. La abrió. Sacó de ella la cuchilla.
Dio unos pasos hasta el pie de la Cariátide amada. Se sajó la palma de la mano. La sangre comenzó a manar de ella.
Con el dedo de la otra mano comenzó a escribir sobre la piedra de Ana.
¡Vive!
Aquella sola palabra.
No sabía si bastaría. No sabía si aquella sola palabra sería suficiente. Se quedó abrazado a la piedra que amaba, la piedra de Ana. La piedra más dura y más hermosa. Su piedra.
Se oyó un gran crujido.
Martín miró hacia las alturas. Ana seguía allí clavada en la dura piedra. Martín se abrazó más aún a lo que le quedaba de ella.
De pronto, sintió que unos brazos lo abrazaban.
— Martín —le susurraron al oído.
Se volvió.
Era ella. Era la verdadera Ana. No había frialdad alguna en su cuerpo. No había frialdad alguna en sus besos. Era ella. Era ella, que le besaba. Eran sus lágrimas verdaderas corriendo por el rostro de los dos.
Era ella».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes, Juan Jiménez Ardana os lo agradeceremos.