Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Kanela descubre un callejón en el que habitan unos seres extraños y consigue entrar en otra dimensión a la que solo pueden acceder unos elegidos. Después de entablar relación con estos habitantes, decide formar parte de ese mundo paralelo, pero para conseguirlo tendrá que emprender un peligroso viaje de transformación y lograr un duro objetivo: vencer en una lucha frente a frente.
El tiempo juega en su contra y ni siquiera sabe quién es su peor enemigo, pero también cuenta con aliados y, con la ayuda de ellos, tiene la esperanza de superar los conflictos planteados y evitar la horrible pesadilla que supondría su muerte.
Este relato sobre los límites entre lo soñado y lo vivido, la amistad, el amor y el valor, nos transporta a un mundo más allá de la imaginación que nos toca muy de cerca.
Guisela Samudio
Escritora, pintora e ilustradora Valenciana. Cursa estudios de Ciencias Empresariales, diseño gráfico, ilustración, dibujo, pintura y tiene un máster en creación de personajes 3D. Tras sus estudios de narrativa se adentra en escribir relatos cortos y novela juvenil. Posteriormente se centra en crear cuentos ilustrados infantiles.
Actualmente trabaja en novela de fantasía y en álbumes ilustrados en rima con canción.
Chris Hagel
Nacido bajo el signo de aries en Stuttgart, Alemania y residente en España desde hace un montón de tiempo. Devorador de libros y apasionado de la literatura desde la adolescencia.
Licenciado en traducción e interpretación. Políglota. Amante de la naturaleza. Curioso, creativo, multidisciplinar.
Escritor de miles de apuntes que se encuentran repartidos en centenares de libretas guardadas en algún cajón.
«La novela es fresca, diferente, intensa y con mucho suspense.
Tras nuestra realidad poblada de costumbres y hábitos existe la posibilidad de descubrir otra dimensión donde la mediocridad y lo convencional quedan lejos de unos personajes que eligen vivir su camino hasta acercarlo a la perfección. La identidad entre realidad y sueño es una constante en esta obra que nos hace preguntarnos por los límites entre lo vivido y lo soñado.
Una novela muy sólida, con capítulos cortos muy bien hilados que, a pesar de la extensión de la obra, sabe mantener el interés y el suspense sin decaer en ningún momento. La resolución de los conflictos planteados a lo largo de la obra engancha y nos ayuda a desconectar de la realidad cotidiana. Nos hace vivir, sentir, sufrir y reír. Nos toca por dentro».
«Crucé el portal de madera que daba a la calle Cañete y, abrumada por el cúmulo de sensaciones, decidí sentarme un rato con la espalda reclinada contra la piedra del muro donde estaba pintado el dragón. Recapacité sobre lo ocurrido, rumié lo dicho, el rato se alargó y con cada minuto que pasaba me sentía peor. Al lado de Linkan me había mantenido animada, pero cuando me quedé sola, me deprimí. Mi alma empezó a crujir de tal manera que me tuve que tapar los oídos.
"Pero ¿quién te crees que eres? Sí que estás loca, Kanela. ¿Quieres dejarlo todo atrás y arriesgar tu vida? ¿Quieres desafiar a la propia muerte?".
Ni siquiera recuerdo cómo me fui de allí, igual gateando… ¿Qué más daba? Aquel mundo se retiraba en un sueño profundo que duraría siete días y yo estaba partida.
Cuando mi propio lamento se transformó en aburrimiento, limpié el moqueo de la nariz con mi muñeca y me dirigí a casa. Me habría gustado parar a alguien en la calle, a la señora mayor del segundo que paseaba a su caniche, al señor de barba gris vestido de traje y corbata, a la madre que llevaba a su vociferante hijo de la mano; me habría gustado contar a alguno de ellos mi historia y preguntarle: "¿Qué haría usted en mi lugar? Por favor, ¿podría decirme qué debo hacer? Porque yo me siento muy perdida".
Tariq era la única persona a la que me atuve. Sabía que aguardaría mi regreso como habíamos quedado, en mi casa, y que estaría despierto a pesar de ser temprano. Necesitaba verlo más que nunca.
Entré a casa y fui directamente al baño, me lavé la cara con agua fría, cepillé mi pelo y me maquillé las mejillas. No quería dar la sensación de acabar de salir del pozo de los horrores. Luego entré al salón donde encontré a Tariq empotrado en el sofá.
—¡Hola! —Mi voz estaba apagada.
Él abrió los ojos, se rascó la cabeza y, antes de incorporarse me preguntó:
—¿Estás bien?
—Sí, cansada y con hambre, pero bien.
—Te prepararé algo de comer. —Tariq se arremangó su largo camisón y fue a la cocina. El sofá mostraba un relieve que formaba como un molde de lo que era su cuerpo de tantas horas que había estado apoltronado allí.
Le seguí y fui partícipe, como tantas veces, de su habilidad para hacer de ingredientes sencillos un plato delicioso.
—Me van a dar una oportunidad. Si todo sale bien me podré quedar allí.
Él se paró y respiró hondo, dejó de cortar pan.
—¿Y si no sale bien?
—Moriré».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Guisela Samudio y Chris Hagel os lo agradeceremos.