Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Guillermo tiene dieciséis años. Pasa los días leyendo cómics, montando en bicicleta y limpiando en una pizzería. Pero un día es abordado desde un coche por un desconocido que lo secuestra y lo encierra en un chalé. Durante esa tarde el depredador dispone del joven a su antojo y sacia en él su depravación criminal.
Pasan treinta años. Guillermo vive perdido en un abismo de adicción y soledad. Cuando entabla relación con una joven mujer llamada Elena, lo ocurrido en 1991 reflota en su mente. Ella escucha su historia y, movida por un retorcido afán de aventura, traza para él un rocambolesco plan. Convencido de la genialidad de Elena, Guillermo se embarca en una delirante exhumación del pasado empapada en drogas y alcohol. Está dispuesto a buscar a su abusador y arrancarle una confesión que le liberará de sus fantasmas. Pero tardará en darse cuenta de que su revuelco en el lodo del pasado se le está yendo de las manos.
Alex García es madrileño de 48 años y portador sintomático del virus de la exageración. Desde 2016 desempeña con vocación su labor como profesor, que compagina con otras pasiones no tan sumamente lucrativas como la fotografía, la ilustración y la escritura. Ha editado y publicado varios fanzines culturales y literarios, para los que contó con la colaboración de escritores, poetas y artistas a ambos lados del Atlántico. Varios de sus relatos han sido convertidos a audiolibros en tres ediciones consecutivas de la antología de cuentos de terror de Audible titulada Duérmete niño, con difusión en América Latina. La escritura de El plan de Elena supuso para él una experiencia eviscerante en la que se dejó la piel y parte de lo que se revuelve debajo. Actualmente trabaja en su segunda novela y entre sueño y sueño pergeña una tercera.
«El plan de Elena es el testimonio de Guillermo, profesor de secundaria que a modo de confesión epistolar detalla el secuestro y abuso sexual que sufrió a los dieciséis años. Los hombres que han sido agredidos o abusados sexualmente rara vez confiesan sus historias, porque prefieren internalizarlas y continuar con su vida como un vehículo de motor al que le faltan todas las arandelas que sostienen su equilibrio. El autor no teme mostrar con honestidad cada hachazo ni sutura del trauma, y el lector agradece que no mienta deliberadamente, ni pretenda distraer con conmiseración. Al contrario, abre la ventana a la jaula de su desgracia y ofrece un lugar en primera fila de su destructiva e irresistible historia negra de venganza, dolor, locura y adicción».
«Compré cocacolas, hielos y una botella de whisky. El vino me pareció poca cosa. Al caer la tarde, hice unas ensaladas, algo rápido. Después de recoger la mesa, Elena mandó un wasap al camello. Apagamos la luz, encendimos velas. Ella se ocupó de la música, empezamos a beber y a charlar. En media hora llegó la coca y nos pusimos las primeras rayas al anochecer. Bailamos, hicimos el tonto. Cansados de estar de pie, nos sentamos en el sofá y empezamos a hablar mientras ponía otra ronda de rayas.
—¿Y si vas a hacerle una visita? —dijo entonces Elena, sin rodeos.
—¿Una visita? ¿A quién?
Yo no quería creerlo, pero era evidente por cómo me miraba. Obviamente, se refería al tipo que tres décadas antes me secuestró y me violó.
—Al tipo que abusó de ti. ¿Por qué no averiguas dónde vive, vas a su casa y le dices cuatro cosas? En comisaría no te dan su nombre ni te dicen qué hizo la judicial… pero hay algo que sí sabes —posó la punta de su índice en la punta de mi nariz—. Sabes dónde vive.
—Elena, yo no…
—Escucha. Tengo un plan.
Entusiasmada, se puso una raya y comenzó a desgranar su inusitada idea de bombero, que arrancaba con la compra en internet de unas gafas espía con cámara incorporada».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Alex García os lo agradeceremos.