Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Nueve cuentos cortos de ficción donde se explora, a través de diferentes ángulos, los cambios constantes que ha experimentado el ser humano en su condición de animal consciente a lo largo de las diferentes etapas de su desarrollo. Utilizando como metáfora la mitología clásica y la ciencia ficción contemporánea, nos embarcaremos en un frenético viaje que explora diferentes mundos y vuelve a poner en primer plano las preguntas que el hombre se ha hecho desde siempre, pero que en la actualidad han quedado sepultadas bajo la vorágine del mundo moderno. Hablaremos con dioses griegos, observaremos a senadores romanos, viajaremos a mundos virtuales, exploraremos la galaxia, escucharemos antiguos cuentos taoístas, seremos testigos de un sangriento aquelarre y todo esto sin levantarnos del sofá.
L. Asensio Ferreras, comenzó su formación en Los Agustinos de Padre Damián de Madrid (España) hasta que fue expulsado por diversas causas, siendo la principal de ellas su incomprendida afición por los tebeos.
Debido a un pésimo asesoramiento, se marchó a estudiar a Estados Unidos donde siguió cosechando fracasos y leyendo tebeos y libros. Fue allí donde inició su etapa universitaria en el deprimente estado de Míchigan. Allí comenzó a alternar la lectura de cómics y libros de ciencia ficción con clásicos de la literatura universal. Para sorpresa de casi todos, se graduó con solvencia en la carrera de Publicidad.
Trabajó durante algún tiempo en una pequeña agencia de publicidad sita en Detroit, ciudad por completo aborrecible. Consiguió sobrevivir gracias a la lectura obsesiva de libros de filosofía y mitología clásica que le abrieron la mente y le vaciaron el bolsillo. No se sabe por qué razón volvió a Madrid a principios del siglo XXI.
Fue durante esta época cuando sufrió una crisis existencial que lo llevaría a abandonar la publicidad para siempre. Dado su hábito de comer tres veces al día, se vio obligado a compaginar la lectura de libros y tebeos con la enseñanza del inglés. En la actualidad, pasa los días en la cálida ciudad de Santa Cruz de Tenerife para compensar el tiempo que pasó en el gélido estado de Míchigan. Es allí donde, escribiendo, espera a que el éxito o la muerte llamen a su puerta.
«Si te gusta la ciencia ficción, la fantasía y el terror, es posible que alguno de estos relatos te interese. La idea principal de estos cuentos es esconder una reflexión, generalmente en forma de pregunta, dentro de un relato de género.
Aunque en el corazón de cada historia se esconda una preguntas filosófica, evidentemente el objetivo de estos relatos es entretener por encima de cualquier otra cuestión. En ellos encontrarás olvidados dioses babilónicos, rituales satánicos, lenguas perdidas en el tiempo, drogas alucinógenas, fiestas de la alta sociedad, barcos de vapor que navegan por las cálidas aguas del Congo, un grupo de ingleses caníbales, un duelo a muerte, ciudades sumergidas, gusanos fluorescentes, una escena de sexo totalmente justificada, y todo eso solo en el primer relato».
«En aquella época, cualquier sugerencia de cambio llevaba adosada la palabra “herejía”, como el garrote vil al cráneo del reo.
En aquel señalado día que ahora recuerdo, me encontraba, como tantas otras veces, lamentándome en el patio del colegio a la hora del recreo. Lloriqueaba por las esquinas balbuceando incongruencias sobre lo difícil que me resultaba que las cosas me salieran bien. Utilizando la infalible táctica que perspicazmente había copiado de mi madre: el victimismo; decidí echar la culpa de mis malísimas notas al hecho de que siempre, a pesar de dedicarle horas al estudio (o para ser más precisa: a la contemplación desapasionada de las letras impresas en las hojas de los libros de texto), me quedaba “en blanco” a la hora de contestar a las inevitables preguntas del examen de turno. Lloraba yo desconsolada en un rincón del patio de mi colegio, interrogando al cielo sobre la razón de tanta desdicha, cuando una bien intencionada compañera de clase se me acercó y, haciendo gala de una empatía fuera de lo común para esas edades y demostrando una ingenuidad e ignorancia supinas (algo mucho más acorde con su limitado desarrollo cognitivo), me dio una explicación que cambiaría mi vida para siempre:
—¿No has pensado que quizás Dios te odia?
Esas fueron sus palabras exactas.
Pero eso no fue lo más grave.
Lo peor, lo más doloroso, fue su total y absoluta convicción sobre el asunto expuesto. Su lenguaje corporal transmitía una sinceridad brutal, implacable. Para imprimir más dramatismo a la escena, mi amiga eligió acompañar sus macabras palabras con un ligero, pero firme, apretón de su mano derecha, la cual desde hacía ya un rato descansaba de manera sutil sobre mi hombro izquierdo. Por si esto no fuera suficiente, terminó de rematarme con una melancólica mirada que, perfectamente adornada por sus humedecidos e infantiles ojos de adorable amiga preocupada, esperaba el momento oportuno para dejar escapar una lapidaria lágrima mejilla abajo».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y L. Asensio Ferreras os lo agradeceremos.