Una mujer con buena posición social y profesional, dominada por una ninfomanía, tiene que afrontar situaciones muy complejas y desagradables, a causa de esta enfermedad psicológica que padece desde que era muy joven. Las vicisitudes por las que tiene que pasar, van desde buscar sexo en antros de los bajos fondos, pagando gigolós o prostituirse en una casa de citas. Consigue estabilizar su vida sentimental, gracias a los consejos de un amigo homosexual, que le aconseja que conviva con un senegalés mucho más joven que ella, que ha llegado a España en una patera y que es capaz de satisfacer sus apetencias sexuales.
Después de toda una vida dedicado al trabajo técnico, Avelino Fernández, al jubilarse, se propuso recopilar y dejar por escrito los cuentos que habían llegado hasta él por transmisión oral. Para afrontar con solvencia esta tarea, se inscribió en varios talleres literarios que propiciaron no solo la plasmación del proyecto afrontado, sino el descubrimiento de una vocación literaria escondida, que hasta la fecha, ha dado lugar la presente novela y otras más, a la vez de doscientos relatos cortos, recopilados en varios libros.
«Esta novela muestra paso a paso la vida de una mujer que desde muy joven es dominada por un deseo sexual que es incapaz de frenarlo a pesar de su cultura, su inteligencia y su buena posición social. Esto, le ocasiona muchos problemas con compañeros de trabajo y sobre todo con sus amigos y amigas, con los que no puede tener una relación normal, ya que siempre se interpone el sexo. La única amistad que tiene es la de un homosexual, que le muestra como él también tiene muchos inconvenientes por su condición. Gracias a esta camaradería, los dos consiguen encauzar sus vidas. La mayor parte de esta historia está basada en hechos reales, por esto es necesario conocerla. No coinciden ni nombres ni lugares».
«Moisés había llegado a España en una patera el año pasado; su cuerpo era esbelto y musculoso, sus facciones si no hubiera sido por el color de su piel y sus gruesos labios, hubieran parecido las de un hombre occidental. Era guapo y joven, tenía la edad que ella hubiera deseado tener ahora, con la experiencia de los años. Cuántas equivocaciones y disgustos se hubiera evitado.
Siempre estaba en su memoria el día que lo conoció. Andaba por esos antros de ambiente latino, donde la música para bailar invita a que los cuerpos sudorosos se contorsionen rozándose unos con otros, excitando las pasiones más bajas de nuestro cerebro de reptil. Dominada por su incontenible adicción, andaba buscando sexo. Después de exponerse en tales lugares, lo que menos quería era encontrar a un hombre que mostrara síntomas de borrachera o debilidad y no pudiera ofrecerle lo que deseaba. Unos momentos de pasión que la liberaran de la tensión a la que le sometía su mente.
Cuando se acercó invitándola a bailar le hizo gracia cómo trataba de hacerse entender en un castellano muy deficiente. Divertida inició una conversación por la que supo que borracho no podía estar. Era musulmán muy creyente. Pero lo que nunca se le olvidaría, es lo directo y sincero que se mostró cuando le dijo:
—Sé por lo que estás aquí.
Le contestó con ironía.
—Qué listo eres, dímelo.
—Los cuarenta años ya no los cumples.
—¿Tan vieja me ves?
Se hizo el tonto para no contestar a su pregunta, pero sin embargo le dijo:
—Eres muy guapa y tienes un buen tipo. Lo que buscas te lo puedo dar, seguro que no te defraudaré y quedarás satisfecha.
Se quedó petrificada ante el atrevimiento del morenito, lo que más le dolió, es que le dijera la verdad. Para venir, se había maquillado cuidadosamente, pero sin exceso, escondiendo algunos pequeños defectos que evidenciaban su edad y en cuanto a lo que quería y deseaba ardorosamente había acertado de pleno».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Avelino Fernández os lo agradeceremos.
