Tras siglos de relativa paz, el mal vuelve a agitarse una vez más en el corazón de las Tierras Sombrías. Tras la mística muralla que protege el mundo de los vivos de una tierra asolada por la muerte y la desesperación, acechan presencias oscuras esperando su oportunidad, pacientes como las montañas y hambrientas como el abismo que las vio nacer.
Pero en los fértiles campos y verdes bosques del otro lado no todo es lo que parece ser. Agentes del mal, corrompidos y ocultos entre las gentes de bien, harán lo que sea para que sus impíos aliados puedan salir de su prisión y recuperar la grandeza que por derecho les corresponde.
Solo una antiquísima orden protectora permanece atenta en su eterna vigilia. Forjada entre los escombros de un pasado de guerra y desconfianza, solo ellos siguen alerta, esperando el momento en el que las defensas fallen y la maldad vuelva a recorrer el mundo.
Un oscuro hechicero, con un gran secreto a sus espaldas, lleva años planeando su primer movimiento en una partida milenaria. Con años de estudio y sacrificio ha acumulado el poder y los conocimientos suficientes como para abrir un diminuto hueco en la Barrera protectora. Por sí sola, esa pequeña grieta no supondrá demasiados problemas, pero el tiempo y la interminable espera de los años le han enseñado una importante lección: «Hasta el muro más fuerte puede caer si cuentas con una pequeña hendidura y la palanca adecuada».
La hendidura ya la tiene; ahora solo le queda encontrar la palanca.
Soy una persona sencilla con una vida sencilla. Incluso podríamos decir que mi vida es común y corriente, al menos, de cara a la galería. Pero tras las paredes, persianas y ventanas que ocultan mi mente, hay un profundo mundo lleno de sueños, ideales, misterios y tristezas. También hay una fuerte tendencia a divagar y a exagerar o adornar las cosas, algo que sin duda conocen bien a la perfección mi familia y amigos.
Tras una etapa complicada en el instituto, me licencié en Biología, una carrera que siempre me atrajo por mi gran amor por las plantas y animales en general. Decepcionado con lo que allí aprendí, fui deambulando de trabajo en trabajo tratando de conseguir cierta estabilidad. Entretanto, seguí tratando de aprender por mi cuenta todo aquello que siempre había querido saber y que nunca nadie me había enseñado.
Aprender por cuenta de uno mismo suele ser mucho más difícil y fatigoso que recibir las lecciones de un maestro, pero también suele ser más provechoso, porque las dificultades y el largo camino te suelen aportar otras cosas además de conocimientos, como grandes amigos, paciencia y un montón de experiencias (algunas buenas, otras malas) que, a su propia y peculiar manera, forman el núcleo de eso que solemos llamar vida. Fue precisamente tras pasar una mala experiencia que empecé a escribir. Han pasado muchos años desde aquel momento de inflexión en mi vida y, aunque me he arrepentido de alguna de las cosas que he hecho o dejado de hacer desde entonces, de lo que nunca me he arrepentido es de escribir y de leer.
La que tienes en tus manos es, curiosamente, la primera novela que escribí, y también es la primera que verá la luz más allá de mi círculo más íntimo. Al igual que yo, creo que es una novela sencilla. No busca grandes alardes ni reinventar el género de la fantasía, sino tan solo entretener y, quizás, transmitir un poco de lo que he aprendido con los años.
Espero que disfrutéis leyéndola, tanto como yo cuando la escribí.
«¿Por qué leer el Amuleto de la Vida?
Es una pregunta fácil y difícil de contestar. Fácil porque yo escribí el libro, y cuando lo hice, lo único que tenía en mente era hacer un libro que a mí me hubiera gustado leer. Por tanto, al ser un libro escrito para mí, tiene muchos de los elementos que me gustan encontrar en una buena novela de aventuras. Tiene intriga y misterio, alguna sorpresa, bastante acción y un montón de personajes entrañables (al menos esa era mi intención). También tiene un malvado de los de antes, de los que tienen los huesos podridos hasta la médula y no necesitan una justificación moral para hacer lo que hacen, salvo su propio placer y llenar ese inmenso hueco de poder y avaricia que late en su interior. También tiene magia, unas veces sutil y un poco extravagante, mientras que en otras ocasiones resulta más luminosa y chispeante, como relámpagos, rayos de luz y otras cosas por el estilo».
«Las ventanas abiertas habían contribuido a eliminar la mayor parte del hedor, pero, para facilitar la tarea que les esperaba, Jenwil empapó tres trapos en un tonel de vinagre que había en un cobertizo anexo a la posada. Se tapó la nariz y la boca con uno y le tendió los otros dos a los guardias que había seleccionado el sargento.
A pesar del minucioso registro no encontraron ningún cuerpo en la posada. Incluso en las habitaciones dedicadas a los huéspedes, o en las que usaba la familia del posadero como vivienda, no hallaron a nadie, ni vivo ni muerto. En estas últimas también había sangre y signos de lucha, pero lo más sorprendente fue encontrar los restos de una pequeña barricada protegiendo el dormitorio del posadero y su mujer.
Por lo que parecía, el asesino o asesinos se habían tomado su tiempo para no dejar a nadie con vida.
El caso se complicaba más y más a cada minuto que pasaba. La caja con el dinero estaba intacta, en su sitio habitual debajo de la barra. Además, había varios objetos valiosos en la posada, como un par de copas de plata en una vitrina que nadie se había molestado en robar. Esto sugería que el motivo de la matanza no había sido el robo, y eso suponiendo que hubiera habido una matanza real. La ausencia total de cuerpos creaba una duda muy grande sobre lo que realmente había sucedido aquí la pasada noche.
A media mañana, cansados y desanimados por el registro, el alguacil y sus ayudantes salieron al exterior para poder respirar aire fresco.
Los dos soldados se apartaron para hablar entre ellos y beber licor de una petaca que uno se sacó del bolsillo. Jenwil prefirió sentarse bajo un árbol para tratar de ordenar sus pensamientos y buscar alguna explicación a lo ocurrido. Mientras se sacaba el trapo empapado en vinagre y lo dejaba a un lado, suspiró profundamente. Iba a ser una mañana muy larga.
Poco antes del mediodía, empezaron a llegar los primeros soldados de regreso desde las granjas vecinas.
Las noticias que traían no eran nada alentadoras».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes, David C. Posse os lo agradeceremos.