Nueva York, 1929. En la compleja época de entreguerras, decenas de bailarines de lindy hop acuden a la sala clandestina Savoy. No les importan sus diferencias, solo buscan esa sensación de liberación que les aporta la música. Años después, los altos impuestos obligan a clausurarla.
Madrid, hoy. Un centro okupado acoge, cada viernes, a decenas de personas de muy distinta índole. No tienen técnica, pero sí muchas ganas de evadirse de sus problemas cotidianos. No obstante, el dinero manda cerrando todos los centros culturales. Solo unidos, podrán seguir extendiendo el swing por el mundo.
Soy madrileña pero no del todo gata. Creo firmemente en que mi condición de zurda me da una visión diferente de percibir el mundo, como si viviese siempre desde el otro lado del espejo. Me gusta escribir de emociones y de aquellos personajes secundarios que no son protagonistas. Quizás nos hayamos cruzado en algún clandestino, compartiendo alguna canción swing.
Desde hace años, me dedico a guiar a mis alumnos en el misterioso mundo de la escritura creativa. Soy técnico superior en Diseño y Producción Editorial además de en Artes Gráficas.
He publicado las novelas La ciudad de Zénnox, Sueña conmigo e Historias escritas en el viento; los poemarios El corazón por fuera. Volumen 1 Sístole, El vuelo de las libélulas y Peces de asfalto; y las guías de escritura de gran éxito en Amazon Cómo escribir una novela, Cómo crear personajes, Cómo publicar tu libro y 47 retos de escritura.
«La novela está relatada bajo la visión de un narrador testigo que cuenta la historia protagonizada por muchos otros. Quise construirla de este modo ya que esta obra está basada en hechos reales, además, era la fórmula perfecta para ofrecer la idea de que cada persona es importante para el funcionamiento de una comunidad y que, tan solo un individuo puede destruir o cambiarlo todo. En ella, hablo sobre diversos temas sociales: desigualdades; discriminación; acoso; machismo… Así como también del lado más amable del ser humano que puede mostrarse como un ejemplo de bondad, generosidad y compañerismo.
El hilo conductor es la música. El baile los une a todos en lo que, seguramente, sea la única parte común que tienen. Puede que esto sea lo más extraordinario: esa comprensión que acoge las diferencias en vez de marginarlas».
«¿Qué es el lindy hop? Jamás me había hecho esa pregunta ni me había sentido interesada en la música swing. Sería mucho más novelesco detallar que mi abuelo era un loco empedernido de Ella Fizgerald o de Glenn Miller y de escuchar su música, una y otra vez, en su tocadiscos, mientras yo le pedía que me ilustrase con más canciones. Que llevaba la música en la sangre y que, desde pequeña, he sentido el deseo de practicar esos bailes frenéticos de afroamericanos que practicaban en salas de jazz clandestinas.
Lo cierto es que, en mi pasado, no hay ningún episodio de esos. No hay antepasados músicos, no hay canciones que recuerde de niña de esos cantantes, ni entiendo de jazz.
Pero sí reconozco la poesía cuando la veo (en todas sus vertientes), y siento la música, aunque no la entiendo, y sí que me gustan algunas canciones antiguas, de esas que, al escucharlas, sientes una nostalgia de algo que no viviste. Aunque, por lo visto, soy más de rock and roll y rockabilly, y nada purista de los ritmos más antiguos de este estilo, algo de lo que sería consciente dos primaveras más tarde.
No obstante, aprendería muchísimas lecciones, poco a poco y sin darme cuenta, de una manera lúdica y casi espontánea, como quien se deja embaucar sin pleno conocimiento de lo que le espera».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Elena Cardenal os lo agradeceremos.
