El bergantín Apóstol Santiago, un bergantín de doce cañones por banda, sobrevive a una escaramuza contra el Flicker, un navío de guerra inglés de cuarenta. Sin embargo, lo hace en tan mal estado que acaba varado en la arena de una ínsula desconocida que la tripulación bautiza como la Isla del Cerro. Para los oficiales, es urgente reparar la nave antes de que se acaben las provisiones.
El oficial al mando del Santiago, el capitán Íñigo de la Sierra, ordena desembarcar al mermado regimiento de Infantería de Marina mandado por el sargento Lope de Figueroa para buscar agua. El miedo comienza a asolar a la tripulación cuando cae la noche y no regresan.
La deshonra de haber sido castigados por el Flicker, la angustia por la pérdida de los compañeros en la refriega y las sanciones desproporcionadas del maestre Álvaro Cevallos hacen aumentar el descontento y la tensión entre la tripulación. Descontento que se transforma en pánico y rabia cuando un terrible incidente hace que la tripulación vea que las posibilidades de escapar de la Isla del Cerro son cada vez menores. Los integrantes del regimiento de Infantería de Marina son los primeros en descubrir que, efectivamente, parece que no están solos. Acaban agotados y desperdigados por la isla intentando cumplir con sus objetivos e intereses, que pronto se revelan distintos. Por otro lado, los marinos Tomás Murieta y Roberto Toranzo, comienzan a poner en tela de juicio la capacidad de los oficiales para gestionar la situación. La tripulación del Santiago, cada vez más cabreada y hambrienta ve la fragilidad en la autoridad militar, que los oficiales se esfuerzan por preservar.
Diego Velasco nació en un pequeño pueblo de Sierra Nevada (Dílar, Granada, 1997) en una familia de tradición agrícola. Es aficionado a los deportes de montaña que lleva practicando desde pequeño. Es graduado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Granada y actualmente estudia un máster sobre Derecho Laboral en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Inspirado en la novela histórica, el pensamiento crítico libertario y los usos y costumbres rurales de Andalucía empezó a recopilar escritos en los que recogía inquietudes e ideas, así como plasmaba historias y curiosidades de su entorno. Del intento de unión de estos escritos surgió este proyecto de novela más amplio. Igualmente interesado en las lenguas, concibió la mayor parte de sus escritos mientras trabajaba en Francia, donde sólo podía hablar castellano consigo mismo.
«Esta novela trata de dar vida a una tripulación de la armada española del siglo XVIII, en plena Guerra del Asiento entre España y Reino Unido, al estilo de la literatura de marinería británica de Patrick O’Brian. El naufragio en una isla ficticia en las Antillas desatará una atmósfera de tensión contra el poder entre los grupos jerarquizados que se presentan, profundizando en el contexto histórico y cultural de los distintos personajes. Los cambios bruscos en el argumento intentan poner en el punto de mira la reacción de los individuos ante las adversidades a las que se van encontrando, según el carácter creado para cada uno de ellos.
Con un ánimo más bien investigador, mi intención con esta historia es recrear una atmósfera representativa de la vida de los marinos españoles en el Caribe colonial, así como la difusión de pensamientos y reflexiones críticas sobre la concepción que tenemos de nuestro pasado. Una historia que me ha servido para aprender y desarrollar ideas que siempre quise dejar por escrito. Igualmente espero, que sea una lectura amena y que lleve al lector a replantearse problemas que pueden ser más actuales de lo que pensamos».
«De la desordenada cubierta emergía el castillo de popa, erosionado por los mordiscos de los bolaños ingleses. Desde allí, Íñigo de la Sierra, dos oficiales y cuatro guardiamarinas, supervisaban la tripulación. El capitán paseó la mirada por todo el bergantín: —Barrientos, llame al maestre, que informe de finados. Que traiga el diario de a bordo también.—Dijo De la Sierra mirando al esquife que se zarandeaba contra el lado más castigado del bergantín. Al momento apareció el maestre Cevallos en el castillo de popa. Saludó al capitán y le ofreció el diario de a bordo. Fue a decir algo, pero De la Sierra le interrumpió haciendo un ademán con la mano. Le pasó el cuaderno a un guardiamarina. Un joven de quince años, Joselillo, que miraba distraído la costa apoyado en la batayola. Al ver que el capitán le tendía el libro, lo miró extrañado, todavía pensando en sus cosas, sin saber qué se esperaba que hiciera. Le bastó un pescozón del contramaestre para comprender. Ruborizado ante las miradas de los presentes, el joven cogió el diario de a bordo con un rápido movimiento. El capitán empezó a dictar: —Diario de a bordo. En el 25 de agosto del año 1741, en el Paso de los Vientos entre Cuba y la Española. El Apóstol Santiago, bergantín con doce piezas por banda, en misión de escolta del mercante sevillano San Esteban, entra en contacto, a las ocho de la mañana con el navío de guerra inglés Flicker de más de cuarenta cañones y tres palos, escoltado por una goleta de unos diez cañones. El capitán Don Íñigo José María de la Sierra decide atraer a los ingleses y separarse del comerciante para que éste no sufra daños y pueda continuar rumbo a Cartagena de Indias. Después de cinco horas de combate ininterrumpido, la goleta se batió en retirada, pero el Flicker, debido a su clara superioridad en número de hombres y cañones obligó al Apóstol Santiago a retirarse ya bien entrada la noche. El barco de su majestad el Rey siguió una nueva derrota hacia la protección de las cañoneras costeras de Santiago de Cuba. Sin embargo, debido a quedar el navío parcialmente desarbolado, su dominio quedó comprometido. La orientación fue imposible al encontrarse la noche encapotada».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Diego Velasco os lo agradeceremos.
