Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Esta antología de relatos reúne historias de la más variada índole, a saber: terror, como en «Salí de la fiesta», «La excavadora amarilla» o «Carmiña»; amor, en «Trenes de ida y vuelta», «Amor de madre» o «Up the Hill»; realismo mágico, presente en «La biblioteca», «La gasolinera» o «Papel Moneda»; microrrelatos impactantes como «Una esperanza», «El espino blanco» o «La partida»; o la más pura realidad en «Un día de mala suerte y Náufrago». Todas estas narraciones, producto de la desbordante imaginación del autor están organizadas según los géneros mencionados antes. Su narrativa ágil, directa y sin circunloquios te hará disfrutar de historias tiernas, inverosímiles, conmovedoras o, tal vez, crudas. Su atractiva lectura te cautivará y te irá guiando a través de las páginas gracias a personajes bien definidos, tramas atípicas y contextos sumamente originales. Como se suele decir: «en la variedad está el gusto», aquí se cumple esa máxima, pues el amplio catálogo de narraciones hará que no caigas en el aburrimiento.
Mario Jaén Ortiz nace en Zafra en 1978. Tras cursar estudios de Primaria y Secundaria, se diploma en Magisterio (Lengua Extranjera) en el año 2000 en el Centro Cultural Universitario Santa Ana de Almendralejo (Badajoz). También obtiene el Certificado Avanzado C1 de inglés por la Escuela Oficial de Idiomas de Béjar en 2017. Desde 2003 ejerce como maestro de Primaria en colegios de Extremadura, donde desarrolla su labor como Coordinador de Bibliotecas Escolares y Fomento de la Lectura. Fue director del CEIP Ezequiel Fernández durante el curso 2012-2013 en Valencia del Ventoso, (Badajoz). Actualmente reside en Béjar (Salamanca) donde compagina su labor docente con la de coordinador de biblioteca escolar. Le gusta hacer maquetas, tocar la guitarra eléctrica, leer, pasear por la naturaleza, el cine y, por supuesto, escribir.
A pesar de ser «Saturnino, ¡Ley y orden!» su opera prima, Mario también ha escrito, aunque de manera inédita, una serie de poemas, ensayos y relatos de temática diversa, que conserva en su repertorio de obras. Asimismo, se encuentra ya escribiendo el capítulo de lo que será su próxima novela, que es radicalmente distinta a su primera creación. También entre sus proyectos literarios figura escribir una obra teatral en clave de humor.
«Este libro está dirigido a ti, querido/a lector/a, que gustas de historias entretenidas y amables, pero también de aquellas con cierto meollo y trascendencia. Está enfocado a aquellos lectores que se encuentran en la adolescencia y en la edad adulta. La variedad de relatos mostrados aquí se pueden adaptar a una amplia diversidad de gustos. Cada uno de estos cuentos te hará descubrir, según tu etapa vital, un matiz diferente, algo relevante que puedas poner en valor.
La acertada disposición y combinación de géneros en esta recopilación te transportará a situaciones tan distintas como sugerentes. Encontrarás un poco de todo. Por ello, la visión de su conjunto, el regusto que te dejará tras haberlo leído, previsiblemente, será perdurable y evocador. Te permitirá evadirte gracias a sus pequeñas, pero potentes píldoras de increíble realidad».
«Salí de casa, era medianoche. Un impulso irrefrenable me hizo abandonar mi morada. La súbita corriente de aire helado apagó las velas tras mi marcha. La casa quedó a oscuras, en silencio. La calle desierta, alumbrada por tenues faroles amarillentos, que titilaban con cada ráfaga de viento. Una ligera llovizna empapaba los desgastados adoquines. Me calé el sombrero, me embocé en mi capa. Comencé a caminar por aquella calle larga y angosta. Pasé cerca de la Colegiata de La Candelaria, dejé atrás las antiguas casas nobles, la del clérigo campeón de ajedrez y otras tantas. Frío y lluvia. Alcancé el Arco del Cubo y pasé a su través, abandonando el último vestigio de la muralla que antaño protegía la ciudad. Más allá, oscuridad. Enfilé el camino que llevaba al cementerio, zarandeado por el viento salvaje de aquella fría noche de marzo. Los árboles que salpicaban el camino a diestra y siniestra se combaban a mi paso, cómo advirtiéndome de un peligro, bien por la acción del viento, bien por mi febril imaginación. Mis piernas se movían solas, en acompasado movimiento. Era como un autómata en dirección a la tenebrosa oscuridad de la noche.
Por fin llegué a la verja de San Román, el viejo camposanto. Accionado por una fuerza sobrehumana, trepé por la alta cancilla evitando los agudos pinchos superiores, poniendo cuidado en que no se me trabara la larga capa negra entre ellos. Al fin, me libré y salté al interior del tétrico recinto. Caminé absorto entre nichos y tumbas, muchas rotas, deterioradas por el paso del tiempo y el olvido. Alumbraba mi camino con un humilde farol que tenía en casa, sobre el escritorio.
Sorteé obstáculos, me deslicé, ebrio de emoción entre las sombras de aquella noche sin luna. Los altivos cipreses se agitaban indefensos ante aquel inmisericorde vendaval».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Mario Jaén Ortiz os lo agradeceremos.