Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
El País de las Hadas está en peligro. La sequía avanza rápido por Lantana, la ciudad más grande del País de las Hadas. Melisa y Lavanda, dos jóvenes hadas jardineras, han descubierto en los códices la existencia de unas semillas mágicas que pueden atraer la lluvia. Las hadas deben emprender un duro viaje hacia Cuarzo, el Consejo de Ancianos les dará las semillas. Pronto descubren que la desertización no está matando solo a su cuidad, sino a todo el país. Algo sale mal, las semillas han desaparecido y en su lugar encuentran un símbolo, la marca de Robinia, y una pista, que las llevará a una nueva aventura acompañadas de los tres mejores guardias de Cuarzo. Un viaje donde se tendrán que enfrentar a un tiempo devastador, a ellas mismas y a su amor por su amiga del alma, Robinia.
Málaga, 1973. Maestra y animadora sociocultural residente en Sevilla, ha tomado cursos de narrativa en Cedro y está escribiendo su segunda novela. Desde 2018 forma parte del Consejo Editorial de las revistas digitales Submarino de Hojalata y Cometas de Papel. Es subdirectora de la revista infantil y juvenil Cometas de Papel donde escribe su propia sección de relatos de fantasía. Es vicepresidenta de la Asociación Cultural Submarino de Hojalata. Participa en varias páginas webs: submarinodehojalata.com y cometasdepapel.com. Cometasdepapel.com es una web enfocada para docentes que aporta distintos recursos para su práctica educativa: relatos, poesías, talleres de escritura, pasatiempos… Administra varias cuentas de Twitter: @MariaJoseVicen, @Submarinodehoj1 y @CometasPapel
«En La Marca de Robinia nos adentramos en el País de las Hadas emprendiendo un viaje lleno de misterio; acompañaremos a dos jóvenes hadas que tienen como misión salvar la naturaleza y a todos los seres vivos que habitan en ella. Durante esta aventura, repleta de imprevistos y peligros, descubriremos la magia, el poder sanador de las plantas y las piedras; lucharemos contra los elementos y conoceremos el límite de nuestras fuerzas. Aprenderemos lo que es la verdadera amistad, el amor, pero también la deslealtad, el ansia por el poder y la maldad en estado puro».
«—¡Esto es un desastre! Nos moriremos de hambre si continúa así. ¡Hay que hablar cuanto antes con los reyes! —dijo Melisa a Lavanda muy triste y preocupada.
Melisa y Lavanda vivían en una comarca, en Lantana, la más importante del País de las Hadas. Ambas estaban de un lado para otro en la biblioteca de Lantana consultando diferentes documentos y libros para intentar acabar con la sequía, que asolaba la población desde hacía más de dos meses. Casi todas las plantaciones se habían secado y el agua escaseaba tanto que tenían racionamiento desde hacía un mes. Los habitantes empezaban a sufrir enfermedades por la escasez de alimento y ellas se vieron en la necesidad de trabajar el doble. Además de ser hadas jardineras, eran sanadoras. Pasaban muchas horas estudiando en la biblioteca. Desde que optaron por ser hadas de los campos, tenían que formarse allí. Así pasaban el día: del cuidado del campo a la investigación para crear especies; de la atención de pacientes al lugar de estudio. Estaban tan cansadas que muchas veces despertaban con las hojas de los libros pegadas a la cara.
Lavanda era un hada delgada y esbelta, con el cabello dorado y muy rizado, la piel casi traslúcida de lo blanca que era y unos ojos del color del cielo, unas veces azules y otras grises, que variaban en función de la intensidad de luz que recibían.
Las formas de Melisa eran más rollizas, con una melena roja indomable y la piel bronceada, brillante; los ojos muy grandes y expresivos de color miel, que mostraban desconfianza. Aunque las dos parecían delicadas, poseían sin embargo gran fortaleza. Las alas simétricas de un hada eran su huella identificativa. La forma exterior mostraba la tribu a la que pertenecían, pero el interior era diferente, únicas en cada hada. Las alas de Lavanda y Melisa estaban divididas en tres partes: la zona superior era puntiaguda y muy expresiva, en función de sus emociones se extendían con alegría o se replegaban formando una espiral cuando estaban cansadas o tristes. Las otras dos partes de las alas tenían forma redondeada y estaban bordeadas por escamas centelleantes de los colores de la tierra, en tonos verdes, marrones y naranjas. Las dos pertenecían a la tribu de las jardineras y sanadoras: Terrae Sana».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y María José Vicente os lo agradeceremos.
