Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Cuando el cuerpo de Tomás aparece de madrugada flotando en el lago, todos los indicios apuntan a un suicidio derivado del trastorno bipolar que llevaba sufriendo desde hacía años. ¿Pero fue verdaderamente esa la causa de la muerte del joven? La inspectora de policía Júlia Heredia, inicia una investigación por petición de Carmen, la abuela del chico, con el fin de esclarecer, todos los enigmas que rodean esa trágica muerte. Con la ayuda de un viejo diario que Tomás escribió durante sus sesiones de terapia, Júlia sacará a relucir secretos de un ayer olvidado, mientras lucha desesperadamente para alcanzar la verdad. Presente y el pasado se unen para entender el por qué de los acontecimientos ocurridos. Un pasado marcado por esa herencia familiar que no podemos elegir, y que todos llevamos dentro.
Francesc Claret Puig nació en Blanes en 1983, donde pasó buena parte de su juventud. Es licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Girona y posee estudios de producción audiovisual. Vivió durante más de diez años en Newcastle, en el Reino Unido, trabajando de camarero. Fue allí donde, en sus ratos libres, desarrolló una gran afición a la lectura. La herencia de Tomás es su primera novela, escrita durante el confinamiento por la COVID-19, por el afán que le venía de años atrás de crear su propia historia de ficción. En la actualidad, ya de vuelta a su pueblo natal, sigue dedicando su tiempo a la lectura y la escritura, y pasando gratos momentos cerca de la playa, una de sus grandes pasiones. Actualmente está escribiendo su segunda novela Érase una vez en Barcelona.
«La herencia de Tomás es una novela negra al más puro estilo. Sus dos líneas temporales se unen perfectamente para hacer mantener al lector en vilo durante todo el transcurso de la obra. Una escritura ágil, algunos giros de guión… y su sorprendente final, harán las delicias de los lectores amantes del género de suspense. El autor ha querido rendir homenaje a referentes del género como Joël Dicker, Dolores Redondo o Juan Gómez-Jurado. La herencia de Tomás es una historia que bebe de todo lo disfrutado anteriormente con La verdad sobre el caso Harry Quebert, La trilogía de Baztan o Reina roja. Una novela que no va a dejar indiferente a nadie».
«Cuando el cuerpo de Tomás apareció esa madrugada en el lago, nadie hubiese dicho viendo la sonrisa que desprendía su rostro, que ese chico no había tenía una vida feliz. Nadie que no lo conociera, porque la gente del pueblo sabía de sobras la historia del chico, y nadie se extrañó demasiado cuando supo de ese triste final. Si no fuera por las casualidades del destino, probablemente nunca hubiesen encontrado su cuerpo. Quizás él lo prefería así, o quizás solo quería asegurar que se hundía y que su cuerpo estaría sumergido el tiempo necesario para que su corazón dejara de latir. Pero las vestiduras no soportaron el peso de las piedras y los bolsillos cedieron, rasgándose y permitiendo que el cuerpo ya sin vida de Tomás subiera a la superficie. Fue un pescador el que alertó a las autoridades cuando lo vio aparecer de la nada. Se acercó a la comisaría local para informar del hallazgo, sudando, nervioso. Emilio, que ese día estaba aun de guardia fue quien le acompañó, junto el equipo forense, de regreso al lago para poder proceder con la localización y extracción del cadáver. Pero cuando el subinspector vio de quien se trataba, tuvo que alargar como pudo el procedimiento. Eran las nueve de la mañana aproximadamente cuando Emilio llamó a Júlia para informarle de la desgracia. La inspectora, que aún estaba en la cama, salió tan rápido como pudo para llegar cuanto antes al lugar de los hechos. Tenía que estar presente para verlo con sus propios ojos. No podía creer que el chico hubiese tomado tan drástica decisión. Al llegar al lago, ya lo habían sacado del agua y tumbado en la camilla, tapándolo con la bolsa como marcaba el protocolo. Cuando ella misma deslizó esa cremallera, pudo ver su rostro, con los ojos cerrados, aún con esa media sonrisa en la cara, como sumido en un sueño del que tuviera que despertar en breve. Pero no, Tomás estaba descansando en un lugar mejor, eso seguro, a sabiendas de cómo le había tratado la vida, ese maldito infortunio que se cebó con él ya desde muy temprana edad y que parecía haberle llevado a tomar ese trágico camino».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Francesc Claret Puig os lo agradeceremos.