La vida de cuatro jóvenes empieza a cambiar. Sus padres han tratado de dirigirles hacia una existencia cómoda en su baronía medieval, pero para ellos no es suficiente. Cada uno descubre una forma de dar un giro radical a su vida, eligiendo una peligrosa senda. Esta elección parece estar orquestada por un misterioso desconocido que sabe que algo terrible se avecina. Cuando empiezan a desaparecer niños en su pueblo, sus investigaciones les llevarán a conocerse y luchar juntos para evitarlas.
Nací en Madrid, en 1983, siempre me ha encantado crear historias. Al principio, el único método de expresión que conocía era el rol, así que allí creaba mis historias y las narraba a mis amigos. Después, estudié comunicación audiovisual y me dediqué al cine, un medio de expresión que me encanta, pero que no me ha permitido ser totalmente libre. Luego, me atreví con los videojuegos, que me han apasionado siempre. Tuve la suerte de empezar a dar clase en la universidad y allí fundé el Grado en Creación y Narración de Videojuegos. Actualmente, soy muy feliz dando clase ahí. Sin embargo, siempre había tenido una historia en mente que ni el cine ni los videojuegos me permitían llevar a cabo. La historia empezó a fraguarse en una aventura de rol que narré con 18 años y terminó en otra que narré con 32. Este libro es el primero de una serie de aventuras que he tardado todo ese tiempo en crear.
«Querido lector potencial, estás frente a un paso que es objetivamente pequeño, pero subjetivamente titánico. El paso que dan Lanaya y Arteo al aceptar entrar en la orden de asesinos de la diosa madre, el paso que da Alura al armarse paladina, el paso que da Ichabod al hacer las pruebas de acceso a Universidad Arcana y, finalmente, el paso que he dado al escribir sus historias. No ha sido fácil, pero lo he dado todo, te lo aseguro, lo he dado todo para contar sus historias haciéndoles justicia, pues son personajes muy queridos por mí.
Todo esto comenzó hace mucho tiempo, cuando, durante una partida de rol en vivo, me enamoré de una chica. Uno nunca sabe cuándo le va a cambiar la vida y ese fue, para mí, el gran antes y después. Creé una historia para ella en la que pudiera vivir aventuras junto a mis amigos. Por aquel entonces, mi medio de expresión era el rol y así le conté la historia. Tras muchos años de aventuras y, por supuesto, de duro trabajo, he conseguido escribir el primer episodio de esa historia.
Te animo a adentrarte en el primer compás de la Guerra de los Entes, pues, objetivamente, te supone un pequeño paso, pero me esforzaré para que, subjetivamente, te alegres de haberme dado esta oportunidad».
«Se encontraron en la gran sala del templo de Mircaya para no volver a separarse jamás. Tras tanto tiempo de escrupulosa y discreta preparación, allí estaban frente a frente, a punto de conocerse. Había sido todo lo sutil que había podido y esto demostraba que era suficiente, no habría errores, esta vez no. Había conseguido reunirlos sin sospechas, no sin ayuda, pero sí sin sospechas. Debían ser ellos los que tocasen los últimos acordes de esta enorme sinfonía que se había llevado la vida de tantas buenas personas. Demasiadas muertes, nunca se lo perdonaría, ahora acabaría, al fin. Miró por la ventana redonda del templo, empezaba a oler a verano, ese aroma fresco de hierba mojada y buenos deseos. Respiró hondo, aunque silencioso. No podía estropearlo ahora. Nadie podía verlo, aunque no estaba de más permanecer escondido, no podía estropearlo ahora.
Continuó observando a aquellos cuatro chiquillos tan jóvenes y a la vez tan importantes. Permanecían mirándose sin apenas atreverse a hablar como si secretamente intuyeran lo que les esperaba, como si quisieran atesorar ese momento lejos de males y peligros. El chico avanzó un tímido paso, arrastrando por el suelo de mármol su ligera túnica azul oscuro. Se quedó mirando a los otros tres deslumbrado por el brillo imponente de la primera y acobardado por la oscura y penetrante mirada de los otros dos. Tomó una pequeña bocanada de aire para ser el primero en iniciar la aventura, sin saber bien lo que hacía.
Como todas las grandes aventuras, empiezan con pequeños e inadvertidos gestos, pensó él, escondido e invisible. Ellos pueden hacerlo, llevan años siendo guiados. Ahora es cosa mía. Vivimos en un universo donde las injusticias se pagan. Debo ser muy cauto, no volveré a fallar y a condenar la vida de nadie».
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