Kary Waterson es una chica normal, con unos padres comprensivos y una vida ideal para su edad, pero que, por estar en el momento y en el lugar equivocados (o correctos), se convierte en la cazadora de espíritus más poderosa del mundo. Súbitamente tiene que empezar a lidiar con un mundo totalmente desconocido para ella, en la que peligrosos personajes luchan para obtener el poder que ella posee. Inexperta, con una crisis de identidad sexual, y con la ayuda de dos fantasmas de caracteres muy dispares (una niña ciega que lleva sus globos oculares en la palma de su mano, y un anciano cascarrabias capaz de golpear con su bastón) tendrá que aprender a utilizar su poder y sobrevivir a los rumores del instituto, a las pesquisas de la policía, a peligrosos pandilleros y a una siniestra organización de cazadores de espíritus, y todo para poder salvar a su mejor amiga (y puede que algo más) Dora, que ha perdido su cuerpo humano.
Victor Reyes nació en Málaga en mayo de 1980. Estudió educación especial en la UMA. Emprendedor desde joven, la crisis el 2008 le obligó a cerrar su negocio y, finalmente emigrar fuera de España. Trabajó y estudió en Edimburgo durante un tiempo, antes de volver a cambiar de país, esta vez viajando a China, donde ha estado trabajando como profesor en varias universidades y colegios internacionales desde entonces.
Aficionado a la lectura desde muy joven, siempre le atrajo el género fantástico y sobrenatural, y ya de adolescente empezó a escribir novelas y relatos. Ghostmaster es la primera obra con la que se ha animado a publicar.
«13 de Junio de 1979
Jack apuró el cigarro, antes de apagarlo y cruzar la cinta. Era una noche fría, y aquel desolado lugar no ayudaba en absoluto. Y aquella casa. ¿Quién en su sano juicio querría vivir en una casa como aquella? Y más con los rumores que corrían sobre ella.
Encendieron lámparas aquí y allí, arrojando algo de luz en aquella aciaga noche. Los flashes azules y rojos de los coches de policía tampoco ayudaban a mejorar el aspecto tétrico del antiguo caserón.
—¡Detective Jack! ¡Por aquí!
Siguió al agente al interior de la casa, que se guiaba con una linterna. Estaba oscuro.
—¿No hay luz?
—Están intentando arreglarlo.
—¿Y estos aparatos? —dijo, señalando un montón de extraños aparatos científicos.
—Los Wilson son… eran investigadores paranormales, detective.
—¿Investigadores de qué?
—Cazafantasmas, detective. Se dedicaban a cazar fantasmas.
—¡Vaya!
—Aquí están… o lo que queda de ellos.
Jack apenas pudo contener una arcada ante la visión de los cuerpos, completamente destrozados. Debían tener docenas, puede que cientos de puñaladas. Había sangre por todas partes. No tardó mucho en darse media vuelta.
—¿Y el equipo forense?
—Están de camino.
—Ningún superviviente, imagino.
—Actualmente, hay uno detective. Sígame.
Jack siguió al agente fuera de la casa. Lo guio hasta uno de los coches patrulla. Sentado en la parte de atrás, con la puerta abierta y las piernas asomando por fuera del vehículo, había un niño, de unos ocho años, envuelto en una manta. Temblaba, claramente en shock. Estaba cubierto de sangre».