La novela hace un recorrido por la vida de Ene, su protagonista, desde su nacimiento hasta la adultez. Crece dentro de una familia pobre y numerosa, sin patrones de conducta a seguir. En medio de su soledad y abandono, se refugia en su propio mundo interior, el cual está signado por una potente imaginación y fuerza de voluntad, que la salvan de cualquier obstáculo o situación difícil en su adolescencia y juventud. Estas cualidades de su carácter le permiten romper con la cadena familiar de ignorancia y pobreza y la conducen al logro de sus objetivos en la vida.
Natividad Martínez Cabrera nació en Cienfuegos (Cuba) el 25 de diciembre de 1949. Es actriz y escritora. Con más de 45 años de vida artística, ha trabajado como actriz en el Teatro Guiñol Infantil y luego en el Grupo Dramático de Radio 26, de Matanzas. Además, ha sido directora de programas y locutora. Ha participado en varios eventos teatrales y concursos literarios, así como en diversos talleres de creación literaria, obteniendo numerosos premios y condecoraciones en su larga trayectoria. Actualmente vive en Navarra, España.
«En una época donde los superhéroes exceden nuestras expectativas, esta novela nos muestra el modo de ver y actuar de una niña de familia pobre, su evolución hasta la adultez dentro de un ambiente imaginado por ella, lleno de fantasías y sueños por cumplir. Sin apoyo familiar ni recursos económicos, encuentra en su camino a una profesora y a una maestra de catequesis, quienes influyen positivamente en su futuro y le muestran que siempre hay esperanzas…»
«La pareja se fue y los tres jóvenes se pusieron de acuerdo, alejándose. La madre despertó a los niños al ver que su esposo llegaba a buscarlos. Ene quedó sola y de repente vio a un hombre que se le acercaba sigiloso. Tenía ojos claros y el pelo cano debajo de su gorra oscura.
“Parece bastante mayor, puede ser mi padre”. —se dijo confiada.
El hombre se sentó cerca de ella, dejando un asiento vacío de por medio. La muchacha, abrigada solo con una chaqueta de mezclilla, tiritaba de frío y de miedo. El hombre se sentó a su lado.
—¿Por qué estás tan solita? ¿Esperas a un malvado que te traicionó? Yo te puedo dar una cama calentica —farfulló con lascivia y aliento etílico.
La chica quedó paralizada.
—¡Te puedo ofrecer una noche inolvidable! —susurró el hombre, quien sacó un fajo de billetes y los acomodó como abanico, dándose golpecitos en las rodillas.
Ene lo miró y se asustó más cuando él esbozó una sonrisa grotesca con sus dientes de oro. La muchacha quedó conmocionada y lo único que acudió a su mente fue la imagen de Domingo, y el olor a queroseno y alcohol cuando ella era una adolescente.
—¡Decídete, nenita!
El hombre movía la hilera de sillas con el tic de sus piernas y tamborileaba con sus dedos el pasamano de su asiento; en este mismo momento ella corrió despavorida hacia la taquilla.
—¡Carlos, Carlos! ¡Es Eneida!
Medio adormecido, el empleado salió.
—Te vino a fastidiar algún degenerado, ¿no?
—¡Sí, y tengo mucho miedo!
—Bueno, bueno. No pasa nada. Entra para acá —le dijo el empleado de la terminal de ómnibus, y abrió la puerta. —¡Estás temblando! Tranquila, que yo te cuidaré. Yo voy a avisarle al de seguridad a ver si chequeamos a ese individuo. Recuéstate un poco para que descanses. Y no te preocupes, en cuanto amanezca, yo te llamo».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Natividad Martínez Cabrera os lo agradeceremos.