Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Andrés, un joven inmigrante africano, tras conseguir los papeles, necesita abrirse paso en Madrid, desarrollar su talento como pintor y conocer amistades locales y de su tierra. Se adentra en el mundo artístico con fotógrafos y pintores, el universitario con clases de filosofía y el de guineanos y ucranianos, en busca de musas para sus lienzos. Una llamada de ayuda le lleva de nuevo a su país para volver en una peligrosa aventura de desenlaces inciertos.
José-Vicente Niclós es doctor en Filosofía y Letras, aventurero por imaginación y escritor por vocación.
Ha sido profesor de español y de literatura medieval en la Universidad Hebrea de Jerusalén, profesor de lengua hebrea en la École Biblique et Archéologique Française de la misma ciudad. Su segunda vocación es la aventurera, que ha ejercido como guía en bicicleta y en senderismo por los lugares desérticos de Israel, y con grupos de turistas y peregrinos por Tierra Santa y otros destinos turísticos.
Ha trabajado como guía de turismo cultural y de historia en España. Donde ahora reside y trabaja como profesor de instituto de secundaria.
En cuanto a sus publicaciones científicas, destacar un volumen sobre las culturas hispanas medievales, Tres culturas, tres religiones: Convivencia y diálogo entre judíos, cristianos y musulmanes en la península ibéric, Salamanca, 2001 , la edición de un manuscrito con el evangelio, El evangelio de san Mateo en Hebreo, Madrid 2018. En cuanto a sus piezas de ficción a destacar Hemeroscopea, la espectadora de los días (Premio Maria Zambrano de novela) 2018. Y una novela negra La barraca de Roke, Madrid, editorial Atlantis 2022.
«Entre las dos orillas contiene un detallado análisis psicológico de su protagonista, Andrés Muelim, un inmigrante africano que nada entre los dos lindes de su psicología africana y su inserción en un novedoso ambiente europeo. Su firme creencia en la hospitalidad, “Ubuntu”, le mueve a buscar las musas para sus lienzos entre las universitarias europeas y las asalariadas africanas de su barrio multicultural. Junto a otros jóvenes se crea un grupo multicultural y alternativo que disfruta tanto de la filosofía europea, como de la artesanía, la música y el canto. La llamada de auxilio para un miembro de su tribu le devuelve a su patria de donde regresará a Melilla en una peligrosa aventura que a punto está de enfrentarlo con la justicia».
«Había recibido la carta. Me daban trabajo, al menos los fines de semana. En un colegio mayor. Nada menos que de La Complutense de Madrid. Podría cumplir todos mis deseos.
Era lo que pensaba, lo que imaginaba, pero jamás creí que lo realizara, como un sueño cumplido en un instante tras años de lucha y preparación como en un gimnasio de lucha libre. Fui al baño. El espejo reflejaba una cara morena, sonriente, de mejillas algo mofletuda, lleno de la vida de mis veinte años, una sonrisa blanca como el globo ocular, una mirada con ganas de conocer el mundo, recibir de él mensajes positivos y entregárselos de nuevo.
Tengo veinte años, me repetía, una beca para la Complutense, posibilidad de compaginar mis estudios de pintura y de arte con los de filosofía, esa disciplina tan ligada a la antropología de los pueblos, reivindicar nuestro papel en el mundo y a familiarizarme con las claves del mundo contemporáneo.
Desde el comedor de la residencia escudriñaba mi mirada atenta el bosquecillo de árboles centenarios sobre el húmedo prado que descendía por la Dehesa de la Villa hacia la ribera del Manzanares, como si estuviera en un mundo antiguo, enraizado en la naturaleza y a la vez plagado de cultura. Nada menos que el campus de la Complutense, aquella antigua universidad de Alcalá de la que me hablaban en la escuela. Donde nació Cervantes, el maestro indiscutible de la lengua. Mientras removía el azúcar del café con leche mañanero, seguía con mi autoanálisis deslizado hacia el optimismo. Llegué a España hacía cinco años. Un viaje alucinante desde la isla de Bioko, sin papeles, para visitar a un tío misionero que vivía en Valencia. Me había traído tan sólo un permiso temporal de residencia como turista, luego lo amplié a uno de estudiante para mis primeros cursos de filosofía».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y José-Vicente Niclós os lo agradeceremos.