Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Un grupo de amigos sigue reuniéndose todos los veranos en el camping de Hervás. Una tarde de agosto se desata una violenta tormenta. El cauce del Ambroz es incapaz de absorber la riada, que arrasa el lugar dejando decenas de fallecidos.
Uno de los muertos presenta indicios de haber sido asesinado antes de que su cadáver fuera arrojado al río. No será el único.
Un pacto de silencio impide al teniente Jurado, que en su infancia ha vivido el infierno del poblado chabolista de Pies Negros, hallar una pista fiable que le conduzca al asesino, que actúa movido por un sentimiento de venganza cuyo origen deberá desentrañar antes de que sea demasiado tarde.
Gonzalo P. Goiko nació en Madrid en 1976. Su gran pasión es la naturaleza, además de la lectura. Hace unos años afrontó por primera vez la aventura de escribir un libro, una afición que lo cautivó.
En 2002 viaja a una favela del nordeste de Brasil con el objetivo de aportar su grano de arena para conseguir hacer de este mundo un lugar un poco más justo. Esa experiencia quedó plasmada en Karroña, su primera novela (autopublicada, 2019), cuya protagonista es una joven prostituta brasileña que acaba en un burdel de Soria, engatusada por el anhelo de una vida mejor pero que nunca podrá ver cumplidos sus sueños.
En El secreto del Ambroz vuelve a demostrar sus dotes para el thriller rural, con una trama trepidante que se desenvuelve entre los paisajes montañosos del norte de Cáceres y que está inexorablemente ligada al pasado de sus personajes.
«¿Qué pasaría si la fuerza del agua no fuera la única responsable de las muertes acaecidas tras una riada en un camping? ¿Qué terrible secreto trata de ocultar el asesino bajo las aguas del río Ambroz?
Este es el caso al que se enfrenta el teniente Jurado, que deberá descorrer el velo de un pasado brutal para poder desentrañarlo, mientras lucha contra sus propios fantasmas. Él ha crecido entre la marginación y las drogas de un poblado chabolista de Madrid, conoce el infierno y no teme enfrentarlo, pero se topa una y otra vez con un muro de silencio.
Un trepidante thriller policial que te llevará desde el Barrio Judío de Hervás a las faldas de Traslasierra y que hará que no puedas parar hasta descubrir el secreto del Ambroz».
«Pies Negros, Madrid, años 80
—¡Eh, chabó! ¿Quieres ganarte unas perras?
Él no puede ni imaginar que la propuesta de esa voz ronca que escucha a su espalda va a ser el trampolín que va a lanzarle hacia un frenesí de drogas y criminalidad que va a marcar su vida y la de los de su alrededor, con consecuencias fatales.
Su estreno en el mundo de la delincuencia tiene lugar un soleado día de mayo, cuando el chico está cerca de cumplir los catorce años. Al regresar del instituto observa cómo dos machacas sacan en vilo de una chabola a Antonio y lo lanzan sobre un charco como a un perro. Él se acerca corriendo y se agacha junto a su hermano.
—Déjame cincuenta pesetas tío, tírate el rollo —le dice desde el suelo con la mirada perdida. El muchacho duda de que lo haya reconocido siquiera.
—Antonio, sabes que no tengo dinero —le dice con cierta pesadumbre por no poder ayudarlo.
—¡Eh, chabó! ¿Quieres ganarte unas perras?
Cuando se gira ve que se trata de la Emilia, una gitana vieja y gorda, con el pelo enmarañado y una enorme verruga sobre la parte izquierda de su boca. Es de los Romero, otra de las familias que se gana la vida destrozando la de esos pobres diablos que, como su hermano, no han sabido o querido decir que no en el momento oportuno.
El chaval se vuelve sin contestar, sabe que esa gente no le va a traer nada bueno, pero ve de nuevo la cara de su hermano. Es consciente de que un pico no es la solución a los problemas de Antonio, pero en ese barrio ni los servicios sociales se aventuran a entrar y sabe que nadie lo va a ayudar. O lo deja allí tirado o hace algo por él. Lentamente se pone en pie y se da media vuelta. Una sonrisa ladina se dibuja en la cara de la calé cuando se percata de que ha conseguido su propósito.
—¿Qué tengo que hacer? —pregunta atenazada por el temor de no saber si está haciendo lo correcto».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Gonzalo P. Goiko os lo agradeceremos.