Ambrosio es un celador amargado de Santander, Chari una señora con aires de grandeza, después de enamorarse, viajarán a un pequeño pueblo de un mundo paralelo gracias a un desplazamiento astral propiciado por una aspiradora mágica. Lo que les pasa allí es una cosa de locos, como decía Pope (el sicario más internacional de Pablo Escobar), su misión: salvar Bárcena Menor.
Esta obra de surruralismo tardío nos muestra una aventura costumbrista disparatada que busca despertar la risotada o la perplejidad del estimable lector.
Fantasía, humor y literatura, sin pelos en la pluma.
Víctor Tardío Crespo (Santander, 1985), natural de Solares (Cantabria) es Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Publicó en 2016 el libro de relatos humorísticos y surrealistas «La moraleja es que te como la oreja» (Montañas de Papel), y por otro lado, fue primer accésit con su poemario «Trashumancia» en el premio literario «Manuel Arce» 2015 y primer accésit con su poemario «Meditaciones en tiempos bisiestos» en el mismo premio del año 2016. Desde el año 2019 se dedica a plasmar su particular universo creativo en su página web www.tardiopia.com y en su página de Facebook @tardiadas.
¿Realmente quieres saber por qué deberías leer este libro?
Pues lo primero de todo, hagamos un repaso a lo que dice la prensa sensacionalista:
«El libro definitivo» —el Whasington Thais.
«Desternillante, hilarante, desodorante y otros términos con la misma terminación» —el Whasington Ton.
«Un libro con muchas escenas de seso y de cierta ficción» —el Whasington Belinda.
Si con esto todavía no te atreves a leer la obra, es que eres un gallina.
¿Te da miedo este libro? Ven… no me temas… léeme…
«El abrigo de visón yacía a los pies de la cama como manto protector del frío que trae la madrugada, el abrigo despojado de su dueña, la cual pegó otro giro para alargar su estancia entre los brazos de Morfeo. Ligeramente desvelado por este movimiento, el Celador bostezó y se estiró con levedad, abriendo los ojos con parsimonia. Qué gran noche, había salido perfecta. Lástima el maldito dolor de cabeza, pero ya se sabe… no hay JB que no pese al otro día (o como quiera Dios que se diga).
Ambrosio se giró y vio a su amada cuajada de sueño, tan sopa estaba que parecía un consomé, un consomé con concentrado de ronquidos y resuellos de lo más variopintos. Pero para él aquellos gruñidos cavernosos del pleistoceno no eran más que bellas melodías que reverberaban como un soplo de Stravinski en el aire, dulces composiciones que las ninfas rasgaban de las cuerdas de sus arpas. Todavía más enamorado si cabe, quién se lo iba a decir al Celador después de los reveses amorosos que había sufrido en su vida. Ella era diferente, eso lo tenía claro.
Se levantó y se fue al baño, hora de la micción matutina reprogramada al nacer en todos los hombres, hora de que JB fuera desprendiéndose de su cuerpo. La Barbie durmiente escuchó el campaneo de la orina del Celador repiqueteando sobre el agua de la baza, ruido que provocó la levitación de sus párpados. Abrió los ojos y le vio de espaldas, la puerta del baño estaba entreabierta, Ambrosio se rascaba su culo lanudo con gran pericia mientras meaba. Pudiera parecer desagradable pero para ella aquella estampa no era más que una oda al macho Cantábrico, la viva imagen de Corocotta combatiendo contra las tropas romanas de Augusto. Y aquel ruido acuoso y húmedo rebotando con cadencia sobre la superficie del mar fecal; aquella gota fértil refloreciendo los campos yermos y la esperanza de los pueblos desolados por la sequía; aquella lluvia de otoño rellenando los embalses consumidos del país; aquella, era para ella algo así como rocío de agua bendita. Su Gianbrossio, como ella misma decía, era diferente. Eso lo tenía claro».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Víctor Tardío Crespo os lo agradeceremos.