Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Un niño de nueve años y su prima de catorce, tienen una relación muy especial. Sus mundos privados están muy lejos del alcance de unos adultos que viven a años luz de su realidad. La vida de Dani son sus amigos, su abuelo y, sobre todo, sus propios pensamientos. La irrupción de la pandemia les sorprende conviviendo en una casa familiar en la sierra, que supondrá para Dani y Laura el nacimiento de una etapa inesperada. Aquel tiempo abre un paréntesis en el que Dani conoce personas, lugares y sentimientos que dan un nuevo color a su vida, una vida que comienza a experimentar a través de otros ojos: los de unos adultos distintos, de unos libros sorprendentes y, sobre todo, los ojos de Laura. Sus vivencias y su mundo interior, muestran una el abismo entre la visión convencional del mundo de los niños y la cruda y hermosa realidad.
Nacido en 1970 queda finalista del premio Vitruvio de poesía en el año 2004 con su obra De paso por la palabra. Miembro de uno de los primeros grupos virtuales de poesía en los inicios de internet, publica con ellos la antología Iniciales, seis poetas en principio, (ed. Vitruvio, 2023). Colaborador entre 2005 y 2007 del programa cultural de radio El Marcapáginas, participa en las obras corales publicadas por la Editorial Pigmalión Cine y Moda: Luces, Cámara y Pasarela y Amores Canallas. Ha sido articulista en varias para publicaciones digitales y desde 2014 publica posts en su blog www.jaimetrabuchelli.com. Ha escrito hasta la fecha ocho novelas de ficción, la primera de ellas publicada con Amazon en 2021 titulada El olor de las hormigas bajo el sol. Trabaja como consultor y guionista y vive en Madrid.
«Dani el pelirrojo muestra niños reales que huyen de los tópicos y los lugares comunes de la infancia. Radicalmente apartado de la edulcoración de la llamada e inexistente literatura infantil –¿qué es eso? – reproduce la cruda realidad en la que los niños desconfían de unos adultos de los que dependen, pero con los que en muy raras ocasiones se ven capaces y a salvo para mostrar sus verdaderos pensamientos y exponer su sensibilidad. Tabúes como la sexualidad infantil, la supuesta ingenuidad de la infancia y el destrozo que el egoísmo y la tiranía de los adultos ejercen sobre los seres humanos más vulnerables, quedan a la vista para que el lector saque sus propias conclusiones.
Una rareza extraordinaria, de vivo pulso narrativo y gran calidad literaria que moverá conciencias y levantará muchas alfombras».
«Al día siguiente, a las ocho de la mañana, ya estaba Laura en mi cuarto revolviéndome el pelo para que me despertara. Lo que no sabía es que ya estaba despierto y me estaba haciendo el dormido, el remolón, para hacerla rabiar un rato. Pasó de revolverme el pelo a quitarme el edredón, y de quitarme el edredón a darme pellizcos en las piernas, y como veía que ni por esas me despertaba se sentó encima de mí y empezó a cabalgarme como si fuera un caballo. Ya no pude aguantar más y me entró la risa.
–Pero mira que eres bruta…
–¡Pero si estás despierto!
–Pues claro, estoy despierto desde antes de que entraras por la puerta, animala.
–¿Animala? Ahora vas a ver si soy animala.
–¡Noooo! ¡Socorrooooo!
–No grites cobarde, que va a ser peor...
–Me dio un mordisco en la oreja, ni fuerte ni flojo, pero se me puso toda la piel de gallina. Luego empezó a hacerme cosquillas y de tanto que me reí me hice pis y todo. Pero no se lo dije claro. Ya oíamos a lo lejos la voz de mi tía, que nos llamaba desde la cocina para que bajásemos a desayunar. En esa casa todo el mundo se despertaba pronto. Yo pensé que mi padre, que no era de mucho madrugar, se iba a tener que levantar a la fuerza. Pero no lo hizo. Abajo acabamos desayunando todos menos él.
Terminamos de desayunar en el porche, con todos, y nos fuimos a jugar al jardín. Mi padre, cuando bajó, se tuvo que conformar con pan y mantequilla, porque no dejamos ni un churro, ni una porra ni ninguna magdalena. Nada más terminar le vi hablando con mi madre y con el padre de Laura y luego desapareció. Laura y yo mirábamos todo el rato mientras jugábamos, sin decir nada, porque sabíamos que de lo que ocurriera esa mañana dependía que nuestra semana fuera lo más increíble de nuestras vidas o una separación durante, quizá, semanas, que iba a ser muy dolorosa para los dos. Mi padre bajó con una bolsa pequeña de viaje y con el abrigo puesto. Se iba a Madrid a por Lorena. Nos íbamos a quedar. Empezamos a dar botes sin que se nos notara mucho, porque sabíamos en el fondo que no eran muy buenas noticias, que una epidemia no es nada bueno, pero no podíamos evitar que nuestro pequeño mundo fuese mucho más importante para nosotros en ese momento que el mundo grande de los mayores, que ni comprendíamos ni nos gustaba la mayoría de las veces».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Jaime Trabuchelli os lo agradeceremos.