Colaborando en esta campaña preventa recibirás sin gastos de envío (en España), antes de que entre en circulación y con un precio especial el libro en tu casa... existiendo incluso la opción de reservar el libro con tu nombre en los agradecimientos por un poco más del precio promocional, como detalle exclusivo.
Para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar el equivalente a 55 reservas, es decir 935€, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Sabadell, junio de 2010. La burbuja inmobiliaria ha explotado y el país entero se encuentra inmerso en una crisis socioeconómica que hace estragos entre la población. Lis, a la que la situación la ha dejado sin trabajo y con importantes problemas para pagar la hipoteca, atraviesa su propia crisis existencial. Recién divorciada, sin trabajo ni planes de futuro y totalmente perdida, no sabe dónde focalizar todas sus energías, hasta que, un día, por casualidad, encuentra el cadáver de su vecino y su vida da un giro de ciento ochenta grados.
A partir de ese momento, y ante la revelación de la existencia de una ola de suicidios en la ciudad, Lis encuentra su cometido: averiguar de qué manera, las distintas crisis que van apareciendo en su vida tienen algo que ver con lo que le pasó a su vecino.
Por culpa de un sexto sentido, o «pálpitos» como ella lo llama, Lis se ve abocada a realizar varias acciones de dudosa legalidad para llegar al fondo de todo este asunto. Porque en realidad… nada es lo que parece.
¿Será Lis capaz de resolver esta crisis?
Laia Gabue (1982), nació y creció en Sabadell. Se graduó en arquitectura en 2007 y poco después, recién casada e hipotecada se vio azotada por LA CRISIS. Durante la explosión de la burbuja inmobiliaria, sin poder trabajar en aquello que había estudiado, tras divorciarse y tener que hacer frente a la mitad de la hipoteca de un piso en el que ya no vivía, se empezó a interesar por lo que la había llevado a esa situación. Tras recabar numerosa información sobre leyes, procedimientos, estadísticas sobre desahucios y suicidios vinculados a estos, descubrió la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y el enorme problema social vinculado a la vivienda que existe en este país. En ese momento se dio cuenta de que el sistema era tan perverso que podía llevar a la gente a suicidarse y decidió difundirlo plasmándolo en su primera novela: CRISIS.
Ávida lectora y profusa escritora desde que tiene razón de ser, después de realizar varios cursos de escritura creativa, escribir numerosos relatos y crear un blog, ha dado el paso natural en su carrera como escritora cumpliendo el sueño de hacer realidad su primera novela.
«Las crisis no afectan a todo el mundo de la misma forma. Ni emocional, ni económicamente. Lo cierto es que, sin ningún apoyo, los problemas económicos se convierten en tsunamis emocionales que te destruyen. Esta novela va de eso, de cómo gente corriente y trabajadora se ve arrollada por una situación económica de la que no son responsables, pero de la que se sienten culpables. De víctimas de un sistema que les atrapa y que no les permite levantar cabeza.
Estas páginas van a intentar que ahondes en un problema que, a pesar de que la novela está ambientada en una crisis que sucedió hace más de diez años, sigue latente actualmente y continúa afectado a miles de familias en nuestro país. Y lo va a hacer de una forma amena, e interesante, gracias a su protagonista.
Lis es…, como decirlo…, diferente. Es especial y única. Debajo de una apariencia un tanto simple, alocada y hasta un punto ridícula, se encuentra una persona inteligente, comprometida, resolutiva y muy capaz. Su manera de relatar lo que le sucede no te va a dejar indiferente, y va a conseguir que quieras conocerla a fondo, a ella y a toda su historia. Porque su forma de ser, y sobre todo de hablarte, atrapa.
Pero esto no va solo de conciencia social, también va de entretenimiento. Si te gusta la novela negra, y entiendo que si estás leyendo esto la respuesta es sí, aquí vas a encontrar, muerte, drama, suspense, y acción, todo concentrado en menos de trescientas páginas. Gracias a su fácil lectura, y al ritmo trepidante de los acontecimientos, es de esos libros que vas a terminar de leer en dos días, deseando que haya más».
«Yo era una chica normal, que vivía en una ciudad normal, con una familia normal y amigos muy normales, que disfrutaba de cosas normales y, en definitiva, que tenía una vida de lo más normal. Una vez alguien me dijo que tanta normalidad no era posible. Y en el momento en que me vi de pie, delante de un tío que me apuntaba con un arma, os puedo asegurar que esa persona tenía razón.
Pero no quiero adelantar acontecimientos. Como diría mi madre, no se puede empezar la casa por el tejado, y aunque, por defecto, yo intento contradecirla en todo lo posible, en esta ocasión creo que debo hacerle caso y poneros en antecedentes.
Hace solo unos meses me encontraba felizmente casada con el que, hasta el momento, había sido el amor de mi vida o, al menos, eso creía yo. Para mí habían sido dos años y medio de maravilloso noviazgo, seguidos de otro año y medio de corriente matrimonio. Lo que significaba pasar cada día más horas en el trabajo, salir cada vez con menos asiduidad, discutir por las tareas del hogar y verse únicamente antes de irse a la cama para dormir más y follar menos, pero mucho, mucho menos. Suena horrible, soy consciente, pero en aquel entonces no conseguí percatarme de la gravedad de aquella insulsa situación. Habíamos caído en una soporífera rutina comúnmente aceptada por el grueso de la sociedad y tan solo éramos una pareja corriente, así, sin más, como del pleistoceno, eso sí. Lo que cualquiera definiría como matrimonio común, sinónimo de “matrimonios horribilis”.
Al menos el trabajo me mantenía ocupada. Mi jefe tenía la extraña convicción de que la calidad del desempeño de todo empleado era directamente proporcional al número de horas que se pasara en la oficina, con independencia de lo que allí se hiciera. Con estar presente era suficiente para llenar su ego y hacer méritos a fin de conseguir el ansiado ascenso. Así que aquel despacho se convertía día a día, irremediablemente, en una competición de resistencia para ver quién conseguía la mejor excusa para quedarse cinco minutos más y salir el último.
Imagino que os estaréis preguntando a qué me dedicaba… Tras finalizar la carrera de psicología y después de regalar buena parte de mi tiempo y espíritu como becaria en una empresa multinacional, encontré un buen empleo en el departamento de recursos humanos de una entidad bancaria. Está bien, mi padre me lo consiguió a través de un contacto en el banco. Pero fui yo quien pasó todas aquellas entrevistas y test psicológicos absurdos, así que no me juzguéis ni oséis restarme valor. Cualquiera de vosotros hubiera hecho lo mismo. Únicamente aproveché la oportunidad que se me brindaba. No tiene nada de malo, ¿no?
Aparte de eso, poco más. Me limitaba a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa donde me esperaban la fregona y los fogones para darme una calurosa bienvenida, e incluso a veces hasta la plancha se unía a la fiesta. Apasionante, lo sé, pero aun así, era feliz, o al menos eso era lo que creía sentir: felicidad. Hasta que de pronto, de forma súbita e imprevista, a traición y probablemente con premeditación y alevosía, llegó… LA CRISIS».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Laia Gabue os lo agradeceremos.