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Voces en la pared recoge una serie de relatos que, continuando con lo ya publicado en Historias de aquí y de allá, pretende mantener viva la memoria colectiva de nuestro pueblo. Juntos forman un tejido de narraciones compartidas, transmitidas de generación en generación, que dan sentido a la identidad y la experiencia común. Unas, nos hablan de la vida después de la muerte, de supersticiones, de la existencia de personas con poderes extraordinarios para hacer el mal o el bien. Otras, contienen un trasfondo histórico, a veces con pinceladas de acontecimientos milagrosos, o reproducen la tragedia provocada por sucesos bélicos, no demasiado lejanos, y que aún son recordados por los descendientes de aquellos que los sufrieron. Todas tienen en común que han sido tocadas por ese halo mágico que rodea la imaginación y las creencias populares.
La fuerza de Voces en la pared está en que la transmisión oral se reescribe con el paso del tiempo, pero siempre sigue siendo el espejo en el que un pueblo se reconoce.
María Lucía Sáez Baquedano, nacida en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra). Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y licenciada en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED. Ha ejercido su labor docente como catedrática de Geografía e Historia en diversos centros de educación secundaria. Es coautora del libro de relatos Historias de aquí y de allá…, editado por Distrito 93 y de la novela La vida que fue, publicada por Editorial Adarve.
María José Pardo Fandiño, nacida en A Coruña. Diplomada en Magisterio y licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de A Coruña. Ha publicado el libro El país de los cuentos. With bilingual tales, al que siguió Los cuentos de Sebas, también bilingüe. Es coautora del libro de relatos Historias de aquí y de allá…, editado por Distrito 93 y de la novela La vida que fue, publicada por Editorial Adarve. Ha colaborado en la publicación Drogas. Educación preventiva. Manual para educadores, con la Asociación Padres y Maestros.
«Este libro reúne una serie de historias breves que exploran misterios y experiencias, presentes en una memoria colectiva. Con un estilo que oscila entre lo inquietante y lo poético, sus narraciones transportan al lector a mundos donde los límites entre el pasado y el presente se desdibujan.
Cada relato es un recordatorio de que hay cosas que ni el tiempo, ni la ausencia, ni la distancia pueden borrar. Escrito con prosa lírica y llena de sensibilidad, este libro es para quienes creen que la vida no termina cuando la mirada se desvanece, y que el amor, en todas sus formas, es el verdadero puente que nos une. Con el lenguaje silencioso del alma, cada línea muestra un hasta pronto, porque hay encuentros que no caben solo en una vida.»
«José miró por el retrovisor. El pasajero sonreía.
—Bueno, siendo sincero, no me gusta mucho el tema. Es verdad que no creo en esas bobadas, pero si alguna vez se me apareciera algún espíritu, creo que me moriría del susto.
—Venga, hombre, no sea pusilánime. Los espíritus no hacen mal a nadie. Están muertos. Si acaso, asustan un poco por las supersticiones que hay en torno a sus apariciones. ¿A usted no se le ha muerto algún familiar? Seguro que sí y seguro también que le gustaría volver a verlo.
—Uf, lo dudo.
Durante unos instantes los dos hombres permanecieron en silencio. Fue José el primero en retomar la conversación.
—Y ¿cómo está su hermano? ¿Es grave?
—Bastante, no le queda mucho.
—Vaya, lo siento.
De nuevo, silencio. El coche avanzaba por la carretera a velocidad moderada. José nunca había sido un conductor al que le gustase ir deprisa. Al coche, además, había que conducirlo con suavidad.
—Ya estamos llegando. Usted me dirá dónde lo dejo.
—Sí, por aquí me va bien. Por cierto, soy un maleducado. Ni siquiera me he presentado. Me llamo Federico López.
José miró alrededor. La única construcción que había allí era el cementerio.
—Este no parece un buen sitio para parar; además, por aquí no se ven casas. Están un poco más adelante. No me cuesta ningún trabajo acercarlo. Dígame dónde vive y lo dejo delante del portal. Y que lo de su hermano sea lo mejor para todos.
—Para mí, sí. En cuanto haga el tránsito, estaremos juntos para siempre.
José se volvió espantado por la respuesta del hombre. En el asiento trasero no había nadie.»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93, María Lucía Sáez Baquedano y María José Pardo Fandiño os lo agradeceremos.