Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
La historia continúa: Rosa Verde al fin tiene nombre, pero, tan esquivo como siempre, Alexander y Félix tendrán que rastrear las pistas que les deja hasta acceder al secreto que todavía esconde. Sigue a nuestros protagonistas en un viaje hacia los orígenes de un ser sobrehumano; descubre villanos sin escrúpulos, acción llena de giros trepidantes, pero sobre todo, la historia de una familia capaz de llegar al alma, haciendo cualquier cosa por salir adelante. Incluso ocultar al mundo cómo nace un superhéroe.
Jesús Lunar Pérez, nacido el 1 de julio de 1982, reside en Córdoba con su mujer y sus dos hijos. Desde siempre se ve atraído por la tecnología terminando por graduarse como Ingeniero Técnico Informático, profesión que ejerce actualmente. No obstante y mientras que el trabajo duro fue una constante inculcada por su padre, el mundo de las letras no dejó de estar presente en su vida gracias a esa afición por la lectura que heredó de su madre. Su interés por la Fantasía, Ciencia y Ciencia-Ficción auspició en él ese afan por devorar cada libro del género que caía en sus manos, cultivando poco a poco y sin saberlo, la necesidad de dar el salto al que sería su nuevo pasatiempo: el de, a través de la escritura, dejar escapar todas esas ideas e historias que durante tanto tiempo y de manera inconsciente, había ido forjando en su mente.
«En el mundo real donde no existen los superhéroes, aparece de la nada un ser sobrenatural y con poderes. Es esquivo y extraño. Impidiendo a nuestros protagonistas, Alexander y Félix, descubrir aquello que lo mueve a provocar y resolver accidentes. Y sin embargo, tras la última revelación de Alexander, este obtiene finalmente un nombre: Ruby.
Esta es la segunda parte de una historia que llegará a conmoverte. Donde quien en principio era un ser frío y distante, ahora se nos presenta con un pasado cargado de sentimientos humanos y emocionantes. Atrévete a conocer a la niña tras la máscara, y a cómo en un mundo roto por el ansia de poder y la codicia, una familia se desvive por proteger a la única persona que día a día le da sentido a su vida.»
«Por el hueco lateral que dejaba su marido, Mia siguió observando a su hija a quien aquella música “ancestral” parecía haberle descubierto un nuevo mundo. Bailaba, bailaba sin preocupaciones, se movía al ritmo de la música como si hubiese nacido para ello. Su pelo, movido por el ritmo, se agitaba a la par que su cuerpo. El color rubio era herencia de su abuela paterna, pero en general y a grandes rasgos, verla a ella era como mirar una versión femenina de William. De Mia había sacado su carácter, lo que al menos hasta la fecha había hecho que se entendiesen lo suficiente entre ellas «En un par de años o tres se acabó la “mamá enrollada”. Seré la “mamá pesada” y tan solo andará pensando en chicos y en salir con su pandilla… —pensó resignada— Pero bueno, para eso aún queda mucho… Tengo que ser positiva y aprovechar ahora todo lo que pueda». Ruby cerraba los ojos, disfrutaba, sonreía «Será una buena mujer… será…». Ruby se tambaleaba ¿Un pequeño traspiés? No. Algo va mal. La niña. William, la niña…
—¡William, la niña…! —con un gesto brusco se apartó violenta del pecho de su marido consiguiendo al fin que saliesen de su boca las palabras.
Ruby cayó a plomo. Un hilillo de sangre recorría su nariz pero por suerte no así su cabeza que, contra el suelo, parecía haber acusado un duro golpe.
—¡William! ¡William! —Las lágrimas de Mia empezaban a descender por su cara en una alegoría del tiempo que fuera los acompañaba. Su marido, blanco como la nieve, consiguió reaccionar antes que ella quien, por mano del demonio, no había sido capaz de estar a la altura quedando allí petrificada.
William llegó raudo hasta el cuerpo inmóvil de su hija y con sumo cuidado, sujetó su cabeza. Su gesto de preocupación seguía impreso en su cara, pero de algún modo, al tocarla, consiguió ver cómo lo aliviaba.
—Aún respira. Date prisa Mia, llama a una ambulancia…
Aún incrédula ante la inesperada situación, Mia consiguió reaccionar y se dirigió hacia la mesita donde sabía encontraría su teléfono. Sus nervios se manifestaban en sus manos, incapaz de atinar a marcar. Sabía que el tiempo apremiaba, pero se forzó a parar por un instante y respirar hondo con la idea de afrontar la situación con otro talante. Consiguió tranquilizarse por un breve instante, lo cual aprovechó para marcar el número de emergencias el cual ahora sí acertó a teclear. Mientras esperaba a quien del otro lado pudiese ayudarles a salir de esa maldita pesadilla, Mia clavó la mirada en su marido quien se la devolvió con aquellos ojos azules que ahora también se tornaban vidriosos. Y con un esfuerzo sobrehumano, William esbozó para ella una falsa sonrisa… una que trataba de tranquilizarla pero que a Mia no consiguió engañar. Una que escondía el mismo miedo terrible que amenazaba con destrozarles a ambos la vida.
—Tranquila Mia, no será grave. Esto quedará en un susto… Verás como los médicos, nos dicen que no es nada importante…»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Jesús Lunar Pérez os lo agradeceremos.