Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Brenda, una niña soñadora y cándida, disfruta yendo cada verano de su infancia a una remota aldea de montaña donde vive su abuela materna. Allí disfruta de un sinfín de aventuras familiares y con sus amistades y, además, conocerá a Branda, alguien especial con quien compartirá múltiples vivencias fantásticas en un globo mágico. Una parte del libro se centra en un verano de los años 90 que marcará a Brenda profundamente.
Años después, Brenda regresará a aquel pueblo y abrirá de nuevo las puertas de la casa de su abuela, de un lugar donde prácticamente todo ha cambiado y en el que conocerá a un hombre, su nuevo vecino, que se mostrará desde el principio extraño y que intentará intimidarla, mientras Brenda vive su propia historia personal llena de altibajos.
Ana M. Alonso Ramos. Natural de Robledo de Anayo, en Asturias, allí disfruto de un paisaje incomparable que me sirve de escenario para escribir frente a la Sierra de Sueve. Desde estos parajes, he desarrollado una mente fantasiosa y creativa desde niña. Combino la escritura con el trabajo como profesora de inglés y de Pedagogía Terapéutica en un instituto. Anteriormente, viví en Londres y me licencié en Traducción e Interpretación de idiomas, lo que me ha despertado interés por la expresión en varias lenguas. Desde hace diez años, me he centrado en el crecimiento personal como herramienta de autoayuda mediante el coaching y la Maestría de Reiki. Valoro estas herramientas como medio para el autoconocimiento e inspiración en los libros. Soy gran amante de los viajes, que a su vez son fuentes de energía, evolución y constante inspiración.
«El libro está inspirado en mis vivencias de infancia en la aldea de mi abuela materna, en el juego y la camaradería entre niños/as en los veranos de aquella época. Algunos vocablos se expresan en llingua asturiana y corresponden a lenguaje familiar, del campo y la ganadería. Con el tiempo, la aldea y sus habitantes han ido evolucionando. Algunos de los personajes mantienen su luz en la edad adulta y otros, en cambio, como el vecino del quad, han perdido los atributos del niño que fueron.
Es un libro dedicado al niño/a interior, encarnado en Branda y su globo mágico, al que debemos cuidar en nuestra vida adulta para mantenernos felices. La idea surgió en mis visitas al pueblo y está recomendado a partir de la adolescencia, para quienes gusten de soñar y reconectarse con uno mismo.»
«Diría que era parcialmente humana con rasgos que recordaban a un petauro que salía en alguno de mis escasos cuentos de infancia. Tenía unos ojitos redondos, oscuros y saltones muy vivaces y unas delicadas manos con uñas afiladas y aspecto de que podrían arañar profundamente pese a esconderse bajo unos finos guantes blancos. La miré de soslayo durante unos instantes más y, entonces, se giró por completo para decirme:
—¿Lista? Va a ser intenso, así que sujétate bien – matizó con una ligera sonrisa.
—Vale… —balbuceé sin apenas mover los labios o emitir sonido audible.
El aparato se elevó de inmediato de una manera super veloz, dejándome cogida al asa de la cesta para no caerme fuera de la misma. El fuego rugía mientras nos elevábamos.
—Tranquila, ya casi estamos. Este despegue es el que más miedo da a los niños y niñas de tu edad, pero no tarda nada… cuestión de segundos —me comentó a través de sus enormes gafas.
—Vale, pero, ¿por qué me llevas contigo?, ¿y a dónde? Tengo que estar a las diez en casa con mi prima Ele sino la familia va a notar nuestra ausencia y nos buscarán infatigablemente… —comenté con dramatismo.
—No te preocupes por eso. No soy una secuestradora de niñas vulnerables. Tengo pensado traerte de vuelta esta misma noche en un breve lapso de tiempo que, como bien dices, se correspondería exactamente con las diez de esta noche — me confirmó mirando su reloj— Ahora, permítete disfrutar del momento pues es una experiencia única. Pronto lo entenderás.
Me asomé levemente por encima de la cesta y vislumbré el amasijo de casas, prados, montañas que íbamos sobrevolando y que, de forma muy rápida, se iban quedando atrás. Parecía que llevábamos un rumbo fijo ya predeterminado. La niña petauro cerraba sus ojos a intervalos mientras le daba la brisa en la cara y parecía disfrutar de las vistas de los lugares que nos íbamos encontrando por el camino.
—¿Cómo te llamas? —me aventuré a preguntarle.
—Me llamo Branda. Como habrás notado, me encanta el aire y surcar los cielos —me contó con una amplia sonrisa.— Mira, eso que ves ahí abajo es una zona boscosa que se encuentra entre mis lugares favoritos porque allí habitan niños y niñas muy especiales a los que suelo ir a buscar de vez en cuando para darles una vuelta por el cielo.
—Yo me llamo Brenda ¡Qué casualidad! —dije en voz alta no pudiendo pensar en nada más.
Brenda y Branda, ¡vaya divertido que suena! –—me clavó los ojos unos segundos.— Notarás que vamos bastante rápido porque hoy hace un viento especial que nos propulsa más.»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Ana M. Alonso Ramos os lo agradeceremos.