
Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
La noche en que dos mil comanches arrasan la Misión de San Sabá, la vida de Fernando de Guzmán se rompe para siempre. Huérfano y sin rastro de su hermana María, desaparecida entre el caos, jura encontrarla. Ese juramento lo empuja a atravesar desiertos, ríos y ciudades donde la traición es norma y la supervivencia, un desafío constante. Mientras Fernando aprende a moverse en una frontera que exige lealtad, María intenta escapar del destino que otros han decidido para ella en Nueva Orleans donde el poder, el deseo y el miedo gobiernan cada paso. Separados por el peligro, unidos por una promesa, avanzan sin saber que su reencuentro destapará verdades capaces de salvarlos… o de destruirlos.
Una historia de supervivencia, amor y resistencia en el corazón incierto del siglo XVIII.
David Arboledas (Madrid, 1973) es un creador polifacético: químico de formación, máster en criminología y seguridad informática. Durante años ha compaginado su labor técnica y docente con la escritura. Ha publicado libros de contenido técnico, además de obras de narrativa contemporánea y novela negra. En su carrera literaria destaca su capacidad para combinar rigurosidad, documentación y sensibilidad narrativa. Con Lejos del corazón da un salto decidido hacia la novela histórica tras Mecidos por el viento. Su trasfondo académico y su experiencia en investigación le permiten dotar a la novela de una ambientación sólida, mientras su dominio del lenguaje y su interés por los dramas humanos garantizan una narración emocional, intensa y humana.
«Si buscas una historia que te golpee y te arrastre sin darte tregua, Lejos del corazón, ganadora del Concurso Internacional de Novela Histórica Víctor Hugo 2025, es tu novela. Esta obra te llevará a una frontera donde nadie está a salvo y donde dos hermanos, separados por la violencia, deberán aprender a sobrevivir separados, sin certezas y sin más arma que su propia voluntad de seguir adelante. Fernando lucha contra un territorio que quiere devorarlo; María, contra un mundo que pretende silenciarla. Ambos avanzan heridos, pero nunca vencidos. No hay héroes; hay supervivientes. No hay calma; hay resistencia. Esta es una novela hecha para quienes buscan emoción real, personajes que dejan huella y decisiones que duelen.
Porque hay libros que se leen… y libros que se viven. Este es de los que se viven.»
«—Son casi dos mil comanches y wichitas, muchos armados con mosquetes. Aquí solo dispongo de cien hombres. He dado orden de que una veintena acuda en su auxilio.
—¿Solo veinte?
—Ni uno más —sentenció.
El capitán escuchó el estallido de mosquetes al noreste; ordenó fuego a voluntad y la línea de comanches se abrió como un telón. Cuando el humo se disipó, la Misión ardía.
De la columna, solo un soldado logró regresar al presidio para informar de la retirada de los comanches.
Fernando vio a Ortiz de Parrilla avanzar al frente de la tropa. El escenario era desolador. Los edificios, antes símbolo de la presencia española, se reducían a escombros humeantes. Los muros de adobe se habían convertido en ruinas. Los cuerpos sin vida salpicaban el suelo; el muchacho supo que aquella visión no se borraría jamás. Los rastros de sangre y las huellas de la batalla mancillaban cada rincón.
En la iglesia, el altar yacía profanado. Las imágenes sagradas, hechas añicos. Y en el campanario, colgado de los restos de la estructura, apareció el cadáver degollado y quemado del padre Terreros, director de la Misión franciscana. No mejor suerte había corrido su compañero, fray José de Santiesteban.
Las llamas habían devorado todos los edificios. La vida que alguna vez había prosperado allí, con sus huertos y campos de cultivo, se había extinguido; los animales habían desaparecido.
La patrulla de dragones tardó dos amaneceres en reagruparse y conseguir pólvora suficiente. Cuando, por fin, el joven los acompañó de vuelta a San?Sabá, entró en la taberna y subió directamente a la habitación de la que había huido. Allí encontró a tres indios y dos dragones muertos, pero no había rastro de su padre. Bajó de nuevo entre las ruinas ennegrecidas y se encaminó hacia los establos.
Las huellas ennegrecidas que salían de la cantina mostraban arrastre y sangre seca. Martín debió intentar alcanzar los establos antes de caer.
Lo único cierto era que yacía de costado, con el cuello cercenado y el cuero cabelludo arrancado. Un alarido sordo emergió de lo más hondo de su pecho antes de que las lágrimas comenzaran a brotar.»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito93 y David Arboledas os lo agradeceremos