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Corren los años veinte. Un grupo de espías regresa a Europa en el dirigible “Furioso Corcel”, portando un informe de importancia estratégica internacional dividido en fragmentos codificados, cuando uno de los agentes aparece asesinado y despojado de su parte del código.
El Centro de Operaciones Secretas, organismo encargado de velar por la seguridad del Viejo Continente, recurrirá al ingenio de Dámaso Sazón, un excéntrico detective que habla con esdrújulas, para resolver el caso. Pero la investigación no será sencilla. A fin de evitar que el topo pueda transmitir la información robada, se prohibirá al dirigible tomar tierra, por lo que Sazón deberá ser izado a bordo para convivir con el asesino y las próximas potenciales víctimas en un espacio y con unos recursos muy limitados.
David Gago Sampedro (Marín, Galicia; 1976) es licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Vigo y ha cursado Asistencia a la Edición. Víctima de su propia creatividad, ha sido compositor y guitarrista de un grupo de metal, locutor de radio o editor de contenido.
En cuanto a la literatura, lector de muy diversos géneros y poseedor de una imaginación desbordante, sus obras anteriores (la saga El Diario de Ertélion –compuesta de ocho tomos– y la novela R.E.S.E.T. Mejoramos seres humanos) se encuadran en la ciencia ficción. Publicando un libro por año desde 2016, su incursión en la novela detectivesca se produce con La Morgue Flotante, una obra ambientada en los años veinte cuya trama tiene lugar en un dirigible. Además de su pasión por las letras, David es también forofo de los juegos de mesa modernos.
«Si te gusta la novela detectivesca de corte clásico, los casos complejos en espacios cerrados, los detectives excéntricos, el uso del ingenio a la hora de resolver misterios, las ambientaciones históricas, los años veinte, los zepelines y los finales impactantes, La Morgue Flotante es para ti.
Un Asesinato en el Orient Express pero en un zepelín. Una única radio para comunicarse con tierra. Un detective minucioso y lógico como Poirot o Sherlock Holmes, pero cuya extravagancia lo lleva a extremos como odiar el número 4533 y, sobre todo, a hablar de forma constante con esdrújulas… todo ello hace de esta obra una pieza compatible con la novela policíaca clásica, a la par que diferente a cualquier cosa que hayas leído antes.
Añádele a todo esto la narración en presente, y sentirás que convives en el dirigible con el detective… y el asesino.»
«Hilos de humo brotan de los cigarrillos como algas balanceándose en los bajíos de un puerto. Por seguridad y sin contar la góndola, el bar es el único lugar del interior del enorme vehículo en el que se puede fumar, pero con todos los de a bordo reunidos y el consumo compulsivo provocado por los nervios, los extractores no dan abasto. Algún no fumador empieza a experimentar una tos seca desagradable y a dar signos de crispación.
–Espero que el asesino sea asmático –musita el portugués en todo audible, para justificarse, dando una profunda calada y exhalando una gran nube de humo.
La pesada radio de Tove crepita, y todos los espinazos se enderezan como si el artilugio les hubiese transmitido una descarga eléctrica a través de las costillas del zepelín. La noruega gira una ruedecilla del receptor, tratando de sintonizar mejor la voz que la requiere desde el altoparlante, mientras con la otra mano se acerca el micrófono a la boca, estirando el cable negro en espiral como el bucle rebelde de una colegiala.
–Larsen al habla. ¿Es usted, señor Lomas?
–En efecto. ¿Están todos juntos como les ordené? ¡Cambio!
–Afirmativo. Excepto los tres tripulantes que permanecen en el puente de mando, los demás nos hallamos en el bar.
–¡Perfecto! Ellos me están oyendo también; ¿no es así, comandante?
Un chasquido de la otra radio de a bordo precede a la respuesta de Lil Aberg.
–Afirmativo, señor.
–¡Bien! ¡Necesito que ahora me escuchen todos! ¡Sin excepción!
–Se le oye alto y claro, señor –confirma Larsen subiendo todavía un poco el volumen del altavoz y activando la comunicación abierta.
–Alto y claro –ratifica la comandante, desde el puente.
–¡Está bien! ¡Presten atención a lo que voy a decirles! Hay un agente doble en la nave que se ha hecho, como mínimo, con la información de Crystalnoise. He de notificarles, aunque creo que ya lo saben, que los secretos que portan ustedes son de una importancia estratégica extrema, razón por la que están fragmentados y codificados. Pero han de saber también que el traidor no puede hacer uso de ellos, ni transmitirlos, mientras se encuentre en el dirigible. Es por ello que… –el Jefe de Inteligencia hace una pausa, seleccionando las palabras adecuadas– …se les prohíbe tomar tierra mientras el asesino no sea desenmascarado.
El súbito revuelo es tan caótico que a Lomas le parece que la radio haya sintonizado de pronto con una batalla campal de otro tiempo, donde los guerreros alzan sus baladros y los caballos pisotean a los caídos.»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y David Gago Sampedro os lo agradeceremos.
