Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 40 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
John Pongo fue capturado y llevado al zoológico del Londres victoriano. Su inteligencia sin igual le ayudó a escapar y ahora vive como un vagabundo pidiendo limosna. Lo que gana se lo gasta en cervezas en un pub y en un fumadero de opio de la ciudad. Tiene amigos: dos chicos y una muchacha con los que vive aventuras callejeras.
Pongo va observando la vida humana, sus alegrías y penurias. Intenta ayudar a Charlie a encontrar la tranquilidad que tanto anhela; en busca de consejo, visita con él al sacerdote de una iglesia cercana; visita el fumadero de Chang, donde trabaja su amor Li Na; escucha los sueños de las personas que pasean por el cementerio… y conoce extraños personajes que le harán cambiar su visión sobre el mundo.
Soy licenciado en Comunicación Audiovisual en la UCM y graduado en Antropología por la UNED. También estudie auxiliar de veterinaria. Laboralmente, toda mi vida me he dedicado al sector sanitario. Fui voluntario en la selva peruana en 2013. Todo ello lo he compaginado con muchas de mis aficiones: crítico de cine, viajero, amante del idioma y cultura japonesa, jugador de videojuegos desde niño…
En mis viajes por Nepal, Perú, Japón, Islandia o Namibia pude realizar pequeños documentales para materializar lo que veía y sentía. También he colaborado en la realización de varios cortometrajes como ayudante de arte. Tengo curiosidad por muchas cosas, tantas que no puedo abarcarlas todas: política, historia, literatura, cultura, artes, naturaleza… Me considero una persona compleja, soñadora y romántica.
«Siempre he sentido amor por nuestros primos los simios actuales. Este relato tiene como protagonista a un orangután, el más inteligente de los primates no humanos. John Pongo vive como uno más entre las personas de un barrio de Londres.
El texto lo enmarcaría, humildemente, en la fantasía del romanticismo del siglo XIX. Londres siempre ha sido un marco genial para este tipo de historias por su atmósfera, su clima, sus leyendas…
Se me ocurrió la idea de escribir un guion (desechado y convertido en cuento) sobre un simio que vivía en la calle, un poco a lo Oliver Twist, y que estudiaba la humanidad desde su perspectiva. Hay también mucho del romanticismo español de Bécquer, Zorrilla o Espronceda, con sus elementos característicos: religión, amor, espectros, la noche, sentimientos desbordados… Todo ello mezclado con gran cantidad de mis vivencias.»
«Chang llevó a Pongo al sitio de siempre, a su zona de confort. Allí esperó a la linda Li Na, de la que Pongo estaba enamorado. Era una asiática pequeñita, enjuta, sin mucha carne; era donosa en sus quehaceres. La princesa de aquel tugurio, con una corona de amapolas. Un amor antinatura, por supuesto. Una china con un orangután, ¡que ignominia! Así que John se conformaba con verla llegar con su pipa de bambú y su té oolong. En este momento parecía que nuestro amigo podía sonreír. Le surgían músculos faciales que normalmente no tenía y le proveían de la capacidad de mostrar alegría. Todo por observar la hermosura femenina.
Pongo empezó a fumar nada más Li Na le dejó cuidadosamente todo preparado. Tenía una técnica sinigual: a propósito, echaba el humo de su boca adquiriendo en el aire formas espectrales. Como era habitual, John emprendía el viaje viendo unos sonrientes elefantes rosas entrar en el local quienes empezaban a pisotear a todos los drogadictos. Eran ex compañeros del zoológico. Salvo por lo rosado, claro. Toda esta escena le calmaba a John y se dormía.
En esta ocasión, transcurrió poco tiempo cuando abrió los ojos y dio otra calada. Un ser que nunca había visto se le acercó. Llevaba un grotesco y excesivo sombrero, y una gabardina colorida y algo roída. Gustaba de tener buen fondo de armario con un vestuario resultón.
—Me llamo Tom, encantado —dijo presentándose mientras daba la mano a John.
Estaba algo inquieto el hombre. Muy nervioso y con los ojos bien abiertos. Incluso para estar bajo los efectos nocivos del opio, a John le parecía sobrenatural y salido de algún túmulo milenario.
—Mira, ya no sé qué hacer. Esto es el colmo de las desventuras —empezó a contarle—. ¡Mi mujer borracha y a mí me gusta el vino! Necesito alejarme de ella. No necesito sus dudas. Necesito alejarme. Por eso he venido querido amigo.
Pongo no entendía nada, no por la falta de área de Broca y de Wernicke en su pequeño cerebro de homínido, de hecho, parecía entender todo lo que Tom le confesaba sino, porque no sabía quién era ese individuo ni qué diantres le ocurría.»
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Pablo Orihuel os lo agradeceremos.