Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
El protagonista, cuyo nombre el lector desconoce, huye de Barcelona cuando se entera de que la policía está a punto de detenerle.
Su única intención es poner tierra por medio y pasar lo más desapercibido posible por un tiempo. Al final, decide volar a las Islas Canarias y hacerse pasar por turista por más.
En un principio, cree haber elegido bien su destino. Sin embargo, en la idílica casa donde se aloja escucha, por casualidad, una conversación que le hace sospechar de todo y de todos.
Con ayuda de Andrea, huésped en la misma casa y que intenta desconectar de su agitada vida en Madrid, empiezan a desenmarañar una historia donde prima la avaricia y la perversión.
Lourdes Anciano (Madrid, 1962) se dedica a escribir siempre que sus otros quehaceres se lo permiten.
Lectora compulsiva desde niña. Soñaba con contar historias y alguna se inventó. Sin embargo, no pregunten por qué, hasta que no cumplió los cuarenta y cinco no empezó a escribir relatos en serio. Desde 2013, se presenta a concursos literarios y, en alguna ocasión, ha sido premiada o seleccionada para la final.
Sin techo, su primera y única novela, partió de una idea ambigua que consiguió acabar después de un sinfín de borradores y correcciones. Ha tenido suerte porque DISTRITO 93 se ha fijado en ella y le está dando la oportunidad de echar a volar.
La autora solo desea dar las gracias a la editorial y al lector que se anime a recorrer sus páginas. Espera no decepcionar a nadie.
«La trama de esta novela se desarrolla a lo largo de 5 días escasos.
En este corto periodo, el lector tendrá la oportunidad de huir de Barcelona, pernoctar en Madrid y volar a Lanzarote donde, como cualquier turista, visitará la isla.
Aunque, claro, en apenas cinco días, no tendrá tiempo de ver todas las maravillas que ofrece su geografía porque, mientras la recorre de norte a sur, se va desvelando una historia llena de interrogantes que, poco a poco, se irán resolviendo.
En cada capítulo, el lector encontrará algunas respuestas, aunque, en cuanto lo acabe, se verá inmerso en nuevas preguntas que le harán seguir leyendo sin remedio».
«De camino de vuelta a la casa, me sentí acosado. Marcos quiere saberlo todo de Fernando, como si lo ya dicho no fuera suficiente. Entre "todo recto", "en la siguiente rotonda a la derecha" y "cuidado en ese cruce, que tiene poca visibilidad", me veo buscando respuestas que sean creíbles. Sobre todo le interesa saber por qué Fernando no viaja en compañía. En teoría todos tenemos a alguien que nos quiere, se acuerda de nosotros y se pregunta por dónde andaremos.
Y Marcos está muy interesado en poner nombre a ese alguien. Al final, tuve que inventar un trabajo estresante, una relación rota recientemente y una orfandad siendo un chaval de apenas dieciocho años. Sí, en un terrible accidente, y no, no tengo hijos, me escucho decir. Es muy incómodo dar explicaciones, además estas mentiras me hacen recordar el triste hecho de que estoy más solo que la una.
Aunque, abierta la veda, sería de tontos no aprovecharla.
—¿Y tú, de qué conoces a Clara? —le pregunto.
Un rápido giro de cabeza para no despistarme de la carretera, me muestra a un Marcos a la defensiva.
—El año pasado, su marido y ella se acercaron al Centro de Visitantes buscando un guía para sus huéspedes. Como tengo las mañanas libres, me ofrecí —me explica con pocas ganas.— ¿Está casada?
—No, viuda. Su marido murió al poco de conocernos. De un infarto. Era el padre de Rayco.
—Vaya. Qué mal se porta la vida a veces.
—Sí. Bueno. No sé. A Clara no se la veía feliz en ese matrimonio. Puede que no sea correcto lo que voy a decir, pero creo que para ella fue una especie de liberación.
Vuelvo a repetir "vaya", aunque esta vez para mis adentros.
Se revuelve en el asiento para sacar el móvil del bolsillo de las bermudas y echarle una ojeada. Yo también llevo el mío aunque no creo ni que lo utilice. Lo encendí al llegar a la isla. El número no lo conoce nadie, salvo Rayco, por lo del alquiler del coche, y Clara, que me lo pidió antes.
Son los únicos contactos de la agenda. Por supuesto, sin conexión a internet, no es buena idea utilizar la red con la poli buscándome.
—Si comparamos tu móvil con el mío, sería de risa —le digo con sorna».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Lourdes Anciano os lo agradeceremos.