La vida de Ekaitz sufre un sobresalto tras recibir un extraño objeto que le pone en contacto con el agua. Deberá aprender a escuchar si quiere seguir cuerdo. Una mujer habitada por una cólera interior trata de poner freno al odio que arde en ella. Dos personas cuyas historias se cruzan. El agua y el fuego. ¿Podrá evitarse la catástrofe?
Itxaso Muro Usobiaga, nacida en Getxo, Bizkaia, cursó sus estudios de Psicología en la Universidad de Deusto. Interesada por el psicoanálisis, sus pasos la llevaron a Bruselas, donde reside actualmente con su marido y sus hijos. Tras haber trabajado durante varios años en instituciones que acogen a niños y jóvenes autistas y psicóticos, ahora recibe en su consulta privada, entre otros, migrantes llegados de los confines del mundo.
«En esta novela encontramos dos personajes sometidos a una lucha interna. Con dos maneras opuestas de ver y entender las cosas de la vida, deberán afrontarse para combatir cada uno a sus propios fantasmas. Inseguridad, vivencias traumáticas, identificaciones absurdas, anhelos, amistad, violencia, se entremezclan en una historia con un punto fantástico».
«Era un jueves por la noche. La cosa había estado bastante tranquila. 20 de diciembre, todo Bilbao se reservaba para la fiesta del día siguiente. Este año Santo Tomás caía en viernes, y las calles estarían a rebosar. El restaurante estaría lleno, incluso algunas mesas reservadas dos veces en el mismo servicio. Medio día y noche, sin descanso.
—Mañana quiero a todo el mundo aquí a las 8h.
—Mmhh —dijo tímidamente el jefe de cocina— yo llegaré a las 10 tengo una cita con el m...
—He dicho a las 8h, no a las 10.
—Bueno, hace tiempo que lo había anunciado al jefe porque no me daban otra ho...
—Esas cosas no las tienes que hablar con el jefe, sino conmigo. Soy yo la que organiza al personal —estaba empezando a notar cómo la brasa que llevaba días tratando de contener ardía en llamas. Primero llamas pequeñas...
—Ya, bueno, el caso es que él está de acuerdo. Iker me puede cubrir esas dos horas, ya sabe perfectamente todo lo que hay que hacer.
Haciendo un esfuerzo sobrehumano para no dejar las llamas prenderla entera, apretó los dientes y le dijo en un susurro:
—Creo que no me he explicado bien. —se acercó a él, mucho. Su anatomía imponente hacía que, aunque él fuera tan alto como ella, pareciera un cervatillo acorralado— O vienes mañana a las 8 de la mañana, o no te molestes en venir —Se siguió acercando a él, empujándolo contra la pared.
Él alargó el brazo señalando hacia el despacho del jefe.
—Pero el jefe... —Ella le agarró el brazo por la muñeca.
—Como se te ocurra rechistarme una sola vez más te aplasto como a la cucaracha que eres, porque eso eres y nada más, una cucaracha en una cocina de lujo —le iba apretando la muñeca con las manos curtidas por el trabajo, con la fuerza de un sargento de carpintería. Estaba tan sumamente furiosa que no oyó el crujido que hizo el hueso del cocinero bajo la presión de su mano. Ni el grito de dolor que profirió el cervatillo. Sí vio su expresión de dolor en la cara, las lágrimas que le corrían por la mejilla, y percibió el detestable olor del miedo y de la orina».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Itxaso Muro Usobiaga os lo agradeceremos.