Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Enrique Martínez es un detective privado que maneja casos sencillos, por los que no recibe mucho dinero, pero tampoco complicaciones en exceso. El de Graciela Bertoldi parecía uno más del montón hasta que la mujer es hallada muerta en su casa.
Cuando las autoridades lo caratulan como suicidio y cierran la causa, su cliente le pide que abandone el trabajo, pero Martínez intuye que allí hay algo más y decide continuar con la investigación. En el proceso descubre una trama siniestra que lo acerca cada vez más a la verdad, pero también a un punto en el que su vida y la de sus seres queridos son las que corren verdadero peligro.
Los sucesos se precipitan, las máscaras se caen, y Martínez se ve atrapado en una situación que se sale de control. Deberá apelar a todo su ingenio para resolverla.
Fernando Aiduc nació en la ciudad costera de Mar del Plata, en Argentina, el 4 de septiembre de 1973. Comenzó a leer a los diez años y nunca más dejó de hacerlo. Esto despertó su pasión por los libros y, como vaticinó el poeta William Cowper, con el tiempo lo llevó a intentar escribir. Es autor de varios cuentos, que fueron publicados por la Editorial Dunken, de Buenos Aires, entre los años 2009 y 2018, y acaba de terminar su segunda novela.
Actualmente, vive en la ciudad de Barcelona, España.
«Crimen imperfecto es una historia urbana, de lectura veloz y dinámica, de trama simple y con personajes que se definen a través de la mirada del protagonista principal, Enrique Martínez, un detective privado que nos relata de qué manera un caso sencillo puede transformarse tanto en un desafío como en una obsesión peligrosa.
Intenta, a pesar de su aparente sencillez, invitar al lector a pasar de página, a querer saber qué sucede a continuación y conocer, finalmente, cómo acaba la historia. Creo haberlo conseguido».
«Hacía frío y la lluvia caía sobre la ciudad como una catarata interminable. Era uno de esos días opacos en los que las leyes cromáticas parecen alterarse y solo se destacan los colores chillones, como el rojo o el amarillo, mientras que el resto se pierde en un amplio espectro de blancos, grises y negros. Las farolas, que se elevaban en grupos de tres a cada lado de la calle, emitían una mortecina luz amarillenta que reflejaba el paso de la lluvia y creaba una imagen de tristeza y desasosiego, como un pequeño barco que navega en alta mar en medio de una fuerte borrasca. Largas filas de coches avanzaban a paso lento, como un rebaño de enormes gigantes metálicos, mientras que la gente corría por las veredas para protegerse del temporal.
Habría podido ver todo esto a través de la ventana si hubiera tenido una que diera a la calle, pero mi oficina se encontraba justo a la mitad del corredor de la galería Mar del Plata, y lo único que veía por el ventanal era la pared desnuda, tapizada con azulejos de dos por dos de color verde pálido, y un antiguo afiche que promocionaba un taller de teatro de dudoso nivel académico.
Puse la estufa en mínimo y me acomodé en la silla. Julie London cantaba Come Closer to Me desde la notebook y me transportaba sin esfuerzo a aquellos glamorosos años sesenta de los que tantas veces había oído hablar a mis tíos y a mis abuelos en la sobremesa de las cenas navideñas o en algunos cumpleaños. Crucé las piernas sobre el escritorio y encendí un cigarrillo. Le di una pitada larga, cerré los ojos y me dejé llevar por la melodía.
Estaba por llamar al bar y pedir un café cuando tocaron el timbre. Eran las siete de la tarde, y no tenía ganas de ver a nadie, mucho menos por trabajo. Estuve tentado de no atender, pero la curiosidad pudo más que la pereza. Apagué el cigarrillo, bajé un poco el volumen, me levanté y caminé hasta la puerta de entrada».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Fernando Aiduc os lo agradeceremos.