Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Un secuestro de un militar que se transforma en un pulso al Estado. El gobierno acepta el órdago y va con todo para liberar al oficial. Lucha sin cuartel a tumba abierta. Transcurre el tiempo y el remordimiento surge en el corazón de un antiguo miembro de ETA. Los años de cárcel han fructificado. El antiguo terrorista busca el perdón de la familia de su víctima. Verdugo y víctimas se enfrentan en esa encrucijada de caminos.
Soy un médico que disfruta con su profesión, pero también le gusta eso de juntar letras. Vivo en Madrid. Nací en Vitoria y ejerzo como oftalmólogo en el hospital Ramón y Cajal.
Mi primera novela se titula 17+1 y es una novela histórica ambientada en la Guerra Civil. La segunda, La alargada sombra del camaleón, fue finalista de un afamado premio y pertenece al género negro. Agur es mi tercera novela. Tuve la suerte de que fuera finalista del prestigioso Premio de novela de ciudad de Badajoz 2021. Es un thriller de mucho suspense que entronca con nuestra historia reciente.
«Novela que no pide tiempos muertos. Pura acción y suspense. Dos historias que se imbrican en tiempo y espacio. Txema es un etarra arrepentido. Busca un perdón sanador en los familiares de sus víctimas. Años ha pasado en cárceles y celdas de castigo a lo largo de toda la piel de toro. El tiempo, que todo lo cura, transforma su corazón ahogado en odio y rencor hasta entonces. ¿Será capaz de dar el último paso?
Una llamada llena de desazón las entrañas de Arantza. Ella ya ha tenido lo suyo desde lo que le pasó a su marido. ¿Es que nunca va a acabar esta pesadilla?
Giros y sorpresas hasta el último capítulo».
«Muchos otoños después, desde la amargura de su celda de castigo, a Txema, el menor de la familia de los Garmendia de toda la vida por aquel valle le tocaría volver a rememorar emocionado el olor a bosque de aquellas tardes remotas en que el osaba Antxon lo llevaba a coger castañas.
Menos mal que por fin había llovido y todo pintaba que el tórrido verano manchego de camiseta de tirantes y gayumbos Ocean agonizaba. Esos veinte años de turismo por lo más granado de los penales de la piel de toro le habían permitido conocer al txiki de Asteansu, mejor que el hombre del tiempo de turno, desde la calorina pegajosa del Salto del Negro hasta la rasca matutina de Mansilla de las Mulas. Pero Txema, en el fondo, y a pesar de alevosas memorias evocadoras, agradecía de corazón la lluvia y ese aroma familiar a verdor que lo retrotraía a su infancia y a esas jornadas felices de chaparrón in misericorde de su Euskadi natal.
—¡Joder!, osaba, ahora toca apretar el culo con las mañanas de yermo páramo castellano que nos vienen.
—Es lo que hay, chaval. A eso viniste.
—No, a eso no vine, osaba —contestó molesto Txema.
—Tú sabrás, pero el camino al infierno se elige —replicó una voz hueca desde el fondo oscuro de la celda.
Quedó sin respuesta el impertinente bufido que siempre andaba al quite para recordar al preso traiciones y demonios. Reproches que entraban en su cabeza independientemente de donde estuviera. Unas veces en el patio, otras atacaban en el comedor y las más, en la soledad de su camastro. El osaba era hombre de al pan, pan, y al vino, vino y de quien bien te quiere te hará llorar. Esta costumbre reciente había dejado aparcados en el recuerdo tiempos de vena abertzale y palmadita en la espalda en la herriko taberna. Txema sabía que la mejor vereda para sanar heridas era el silencio y no contestó al molesto gruñido; ya había probado de todo y era verdaderamente lo mejor. Entonces, como tantas veces en los últimos tiempos, se hizo la nada durante un buen rato».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Anabel Botella os lo agradeceremos.