Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Cuando Benedict perdió la compañía de su amada esposa, su mayor motivación en la vida, fabricó una coraza a su alrededor llegando a sumergirle en una grave depresión por duelo complejo persistente encaminándole a solicitar la ayuda del suicidio asistido.
¿Acaso abrigamos la certeza de la liberación del dolor emocional eligiendo quitarnos la vida? Todas esas cuestiones son indagadas y compartidas con Benedict, por Angela, una amiga de la juventud psicóloga, creyente y practicante del fenómeno psicofónico de la TCI (transcomunicación instrumental).
La razón bloquea su mente para traspasar la delgada línea que separa los muros de la razón, de la llanura de lo incomprensible que sobrepasa el límite de nuestro conocimiento.
Para superar los infortunios de la vida, es necesaria la aceptación.
Me llamo Mar Cepeda Domínguez, nací en Ponferrada, León, en 1965. En octavo de E.G.B, con 14 años, fui seleccionada en mi colegio, por una redacción, para participar en el mítico concurso de esa época, de Coca Cola. Ese fue el inicio de mi emocionante aventura en esta vida; escribir.
Estudié formación profesional de administrativo y aunque el destino me derivó a un oficio en el que he trabajado durante 30 años, me convertí en autodidacta en el arte y la escritura. Al paso del tiempo he ido desarrollando algunas variedades literarias: frases, reflexiones, poemas, relatos, y obras de teatro. En el año 2022 hice un taller de escritura on line y este 2023 he comenzado otro.
Soy muy aficionada a escribir artículos de crítica social; el comportamiento humano, las diversidades del mundo, y la sociedad que vamos estableciendo en nuestro día a día.
«Mi mayor objetivo a la hora de aconsejar que leas Los muros de la razón es darte a conocer la importancia que tiene en esta nuestra vida, la ayuda aportada a quienes pasan por situaciones semejantes a la de mi querido protagonista.
Una situación muy frecuente hoy día que te hará conocer un mundo complejo, ya que las depresiones por duelo no son fáciles de superar.
La lectura de mi historia, no te envolverá solamente en un espacio de sentimientos depresivos. Te dará entretenimiento, y te hará pensar. Te enganchará en la intriga por el desarrollo y el desenlace de los acontecimientos, llegando a sumergirte también, en un mundo místico, característico y a la vez sorprendente.
Estos son los motivos por los que te invito y te animo a que leas mi novela Los muros de la razón».
«Benedict se tuvo que abrigar; aquella mañana exhibía una notable frescura, afondada en un cielo azul muy pálido, dando la sensación de que las nubes aguadas, en breve tiempo, plagarían de humedad toda la amplitud del espacio.
Tenía suficiente distancia desde su casa a la consulta del psicólogo, como para moverse durante casi una hora, y así ejercitar un poco su cuerpo. Le complacía ir caminando. Por el centro de la ciudad transitaba el río, con su caudal bordeado por unos anchos caminos de césped, a unos metros por debajo de las aceras, guarnecidos de jardines y unos estrechos raíles para andar en bicicleta. Se concedía a sí mismo un tiempo de esparcimiento mental antes de llegar y tener que abordar temas que a veces no le apetecía recordar. ”Tienes que ir superándolo”, “tienes que hacer un esfuerzo”, tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro, tienes, tienes… ¡Qué fácil es decir a los demás lo que deben hacer, cuando tú no estás pasando por ese trance, del cual estás dando recomendaciones!
La gente monserga demasiado, aconsejan sin cavilar, sin pedir permiso, y sin mirarse a sí mismos. Con sus conciencias sucias intentan limpiárselas acusando a los demás, culpando a la vida de sus desgracias, cuando sólo son ellos los únicos responsables de sus patéticas y avariciosas vidas.
Ten paciencia, te dicen. ”El tiempo lo cura todo”. El tiempo. El tiempo puede ser como cada uno queramos que sea. También puede no existir, como decía el gran profeta Siddhartha. Puede ser como el río, que está en todas partes a la vez, y que, para él, sólo existe el presente, y desconoce la sombra del futuro. También como Siddhartha, Benedict esperaba, unas veces con vehemencia, otras con desesperación, y otras con tristeza y amargura».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Mar Cepeda Domínguez os lo agradeceremos.
