Mis estudios y mi experiencia profesional me han aportado aprendizajes increíbles, pero ninguno tan poderoso como el que está suponiendo mi maternidad. Ya desde el embarazo de mi hija, comencé a investigar y devorar lecturas sobre embarazo consciente, el parto natural y respetado, lactancia, crianza respetuosa… y es así como empiezo a apasionarme por el ámbito perinatal y la primera infancia. Empiezo a encontrar una visión transformadora de la crianza, descubriendo una manera más respetuosa de acompañar la infancia, teniendo en cuenta sus necesidades y ritmos de desarrollo. Tras la llegada de mi hija, mi pequeña gran revolución, sigo exigiéndome absorber información y formación, leyendo todo aquello puede ayudarme a ampliar y mejorar mi maternidad y crianza, pero me di cuenta de que a pesar de haber intentado tener toda la información posible hay cosas que nadie te dice o que escapan a tu control. Nadie me dijo que los partos, por mucho que los sueñes de una forma, tienen la costumbre de ser imprevisibles, y que al mínimo atisbo de peligro tienes que desprenderte de tus convicciones. Nadie me dijo que el posparto inmediato es tan duro, y el tardío... que tardaría en reconocerme, que me sentiría frágil, vulnerable y culpable por todo. Que no hay madres perfectas, por mucho que intentase parecerme a una, que tener hijos exige mucho y más si la autoexigencia es alta, siempre hay renuncias que hacer, consejos no solicitados que escuchar y decisiones de crianza que defender. Nadie me dijo que la lactancia es un duro y largo camino, que es fácil de truncar sin los apoyos necesarios. Y sobretodo, nadie me dijo que un momento de tanta felicidad se podía llegar a sentir tanta soledad, que se necesita una tribu para criar, para apoyarse y emponderarse, que no basta con ser uno o dos, que es necesario un grupo con crianzas afines para nutrirnos y criar acompañados. Por todo ello, quiero unir mi formación en educación, crianza y familia con mi experiencia como educadora y sobretodo como madre, para crear un espacio seguro donde puedan formarse pequeñas tribus que contribuyan a no sentirse solas y desinformadas en la ma/paternidad, espacios para intercambiar información, experiencias, aciertos y errores, para tener ma/paternidades y crianzas más conscientes, informadas y felices, donde nuestros hijos puedan crecer libre y activamente, respetados y motivados.