Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
Que un profesional de los videojuegos y la informática sea convocado para probar el más avanzado y novedoso entorno de realidad virtual, no debería extrañar a nadie. Que este acepte, totalmente entusiasmado por poder codearse con todas esas criaturas fantásticas y poderosas que siempre le han obsesionado, tampoco. Sin embargo, esta idílica situación, muy pronto comenzará a complicarse para él cuando comience a comprender que la misma realidad, de la que siempre ha intentado huir, es allí dentro más fuerte que cualquier atisbo de fantasía.
El autor de la obra es un autor joven, apasionado de la literatura en cualquiera de sus formas y géneros, que hasta la fecha se había dedicado a obras cortas de menor extensión y, generalmente, de corte experimental; consiguiendo ser finalista del Premio Ayuntamiento Salamanca de Microrrelatos entre otros.
Cantares del Metaverso se trata de su primera novela, una obra de mayor extensión y ambición con la que ha tenido la suerte de ser seleccionado entre los numerosos participantes del VIII Premio Malas Artes para su publicación.
«Cantares del Metaverso es una obra que pretende colocar fantasía y realidad frente a frente, fusionando sus elementos para que cada una muestre las carencias de su respectivo antagonista, formando una imagen más profunda y reveladora para ambas.
Se trata de una historia que mezcla una gran variedad de escenas de acción con elocuentes diálogos y tintes satíricos que agradará especialmente a quienes gusten de historias de fantasía épica o ciencia ficción, pero sin perder del todo de vista la realidad; quienes gusten de historias donde sus protagonistas tienen que superar mil retos y obstáculos para culminar su aventura, pero, sobre todo, tienen que replantearse su percepción de la vida si quieren conservarla».
«Y de nuevo se desató la tormenta. Un rasgo muy característico de la personalidad de Rhevshemat, que ya había visto y que volvería a mostrar en futuras ocasiones, era su efervescencia; o esa capacidad que tenía para estar tranquilamente conversando y, sin previo aviso, entrar en un estado de furia enajenante. Y eso fue exactamente lo que ocurrió, en cuanto escuchó aquel nombre de nuevo, se abalanzó sobre Venemat como un relámpago y descargó una serie de golpes centelleantes sobre el anciano brujo que le resultaron imposibles de esquivar. Tal era la velocidad de sus brazos, que hubiera sido imposible determinar si tenía dos o doscientos.
Pheramat trató de acudir en ayuda de su aliado, intentando golpear a Rhevshemat por la espalda, pero cuando estuvo a su altura le propinó un coletazo tan fuerte que envió su cuerpo contra uno de aquellos montículos arenosos. Venemat corrió su misma suerte porque, una vez se cansó de castigar su cuerpo, lo lanzó de un garrotazo final contra otro de ellos. El resultado del envite fue que aquellas estructuras se resquebrajasen hasta sus cimientos, originando una nube de fragmentos rocosos y polvo.
Al igual que ellas habían hecho, la confianza de nuestras tropas parecía que comenzaba también a resquebrajarse. Amparados detrás de Triforita, ya nadie apostaba a que Rhevshemat estaba completamente perdido. No me hubiera extrañado que, de haber tenido oportunidad, alguno de ellos se hubiese alineado ahora detrás de aquella bestia que les había traicionado, la misma que se erguía con suficiencia entre la atmósfera sabulosa que había provocado.
No obstante, no todo iba a ser tan sencillo para él, pues entre aquella densa nube de polvo, y para delirio de nuestras tropas, finalmente emergió de nuevo la figura de Pheramat. Su rostro denotaba que los juegos se habían acabado y, después de sacudirse de encima algunas pequeñas rocas, se acercó lentamente hacia Rhevshemat, sin que en ningún momento sus pies tocasen la arena. Su cuerpo emanaba un aura galvánica, y una serie de espectaculares chispas recorrían todo su cuerpo, pero Rhevshemat no parecía asustado en absoluto. Durante unos segundos se instalaron uno frente al otro, mirándose fijamente, sin hacer ningún tipo de movimiento. Habría sido un buen momento para que alguno dijese una frase ocurrente, pero dada la tensión no había tiempo para palabrerías.
Sin embargo, toda aquella tensión se transformaría pronto en un festival para los sentidos porque, después de que aquella hada apretase con fuerza sus puños, y toda la carga eléctrica que rodeaba su cuerpo se intensificase, se abalanzó volando sobre su enemigo y se enzarzaron en una persecución iracunda que abarcó toda la improvisada arena de combate. La velocidad de ambos era tal que, incluso el recientemente reincorporado Venemat, parecía sufrir para seguirlos con la mirada.
Realmente suponía un gran esfuerzo vislumbrar como Pheramat cargaba con fuerza contra Rhevshemat, lanzándole varias descargas eléctricas, y como este tenía que emplearse a fondo para repeler sus ataques. En algunas ocasiones lo más que se podía era sentir las explosiones, los temblores y los ecos derivados de sus encontronazos. Sin ningún tipo de duda era lo más espectacular que había visto en mi vida, más incluso que su trifulca anterior; pero aun así era incapaz de disfrutar con ello. Quizás fuera por mi recientemente adquirida «confianza» en ella, o que era más divertido fantasear con los conflictos cuando no te afectan en absoluto, pero no podía sentir gozo alguno viéndola sufrir. En cualquier caso, en algún punto de su combate, uno de sus choques acabó con ambos por los suelos.
—¿Eso es todo lo que tienes? —dijo mientras se levantaba, intentando disimular sus jadeos, Rhevshemat— Estoy muy decepcionado, tanto tiempo esperando para esto...
—Podría decir lo mismo. —Pheramat no dudó en elevar la apuesta de la fanfarronería.
—Déjate de arrogancias. —Venemat, que a diferencia de Pheramat todavía no había devuelto el golpe, se reincorporó junto a ellos pleno de fuerza, y con la voluntad de cobrarse su venganza—. Si apenas puedes con uno de nosotros, ¿cómo pretendes resistir a nuestros ataques combinados?
—¿Piensas atacarme? ¿Tú? Me encantaría ver como lo haces. —Sin duda, aquellas palabras de Rhevshemat y sus menosprecios, fueron las que tocaron al brujo en su orgullo, y le forzaron a tomar un camino peligroso, inconsciente y desesperado.
—Siempre te ha perdido tu prepotencia, no saber mirar más allá de tus narices. —Su tono agitado, anticipaba un movimiento imprudente—. ¡Levanta la vista por una vez en tu vida y dime lo que ves!
Cuando la imponente bestia irguió su vista, y observó el panorama que llevaba tiempo en su horizonte, se dio cuenta del error que había cometido. Pero ya era tarde, Venemat elevó sus manos por encima de su cabeza y no hubo marcha atrás posible. Seguramente el único que todavía no sabía lo que pretendía el anciano brujo debía ser yo. «¡No lo hagas!». Desde luego, las palabras de Triforita revelaban que ella sí lo había anticipado. Pero Venemat, preso de su excitación, no hizo caso de sus advertencias; y todos y cada uno de los allí presentes, sin importar bando, cargamos nuestros moduladores contra Rhevshemat.
Ya había visto ráfagas luminosas, rayos y todo tipo de artificios; pero lo que allí se produjo durante unos segundos, fue una verdadera tormenta de constantes precipitaciones energéticas; y puedo asegurar que, aunque fuera tremendamente espectacular, era de todo menos bella. Rhevshemat, de alguna manera, se las arregló para esquivarlas, escapando de un potente salto justo antes de que le alcanzaran, para guarecerse en su castillo. Sin embargo, Venemat ni se enteró de que su objetivo había escapado, y siguió utilizándonos para descargar aún más energía contra aquel páramo desafortunado, que no parecía preparado para aguantar mucho más.
Solo una persona, por desgracia para ella y fortuna de todos, había conseguido escapar del control mental de Venemat; y, sabiendo del peligro de aquella situación, tomó una decisión tan arriesgada y desesperada como la suya. Abandonó la protección de aquellos montículos, y comenzó una galopada vertiginosa por aquella explanada cuya única meta era interceptar a un Venemat que seguía sin atender a razones. Por el camino intentó esquivar aquella intensa lluvia luminosa y, aunque no consiguió esquivarla completamente, se las arregló para alcanzar al brujo y golpearle, rompiendo su hechizo y poniendo fin a su enajenación. No obstante, debido a los golpes recibidos, en lugar de celebrar el éxito de su movimiento, lo único que pudo hacer fue desplomarse allí mismo; y siguiendo su ejemplo, algo dentro de mí corrió idéntica suerte».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Parrondo Fernández os lo agradeceremos.
