Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo de unos meses.
No tardaremos mucho en vivir eternamente, en un planeta conectado, sin fronteras ni guerras. Nos lo cuenta Màrius, un joven abogado que debe defender a un escritor a quien el sistema ha denegado la prórroga vital.
Con ojos atónitos, Màrius nos describe un mundo en el que algunos de los no prorrogados acaban sobreviviendo en comunas autogestionadas, más allá del cinturón de chatarra que rodea Madrid.
Afirma su cliente que ha caído en desgracia por defender la existencia de un haiku que desafía la idea de humanidad que el sistema pretende inculcar a través de la red neuronal universal.
Un escuadrón de robots cuadrúpedos, liderados por un centauro, irrumpirá en la sede de la Real Academia de la Lengua, donde teóricamente se custodia ese haiku... ¿Como afrenta al sistema, o quizá movidos por curiosidad cibernética?
Pedro Homar (Palma, 1970), empleado público desde 1990, empezó con la poesía, a la que dedicó una década, cercano a la cuarentena. En 2011 fue finalista en el certamen La pluma en verde, de la Asociación El Zoco, con el poemario Delfinario. En 2017 obtuvo una mención honorífica en el certamen anual para empleados del INE, su actual destino, en el apartado de poesía.
A partir de entonces se centra en la novela corta, publicando en 2018 El amblipigio de Miller y un año más tarde la delicada ucronía Modus Vibrandi, inspirada en la célebre obra simbolista La isla de los muertos del pintor Arnold Böcklin.
En 2023, Muros y vanos, su última novela breve, queda finalista en el Premio Pedro Carbonell Castillero de Fantasía y Ciencia Ficción, dando un paso decidido hacia este campo, aunque siempre, como en el resto de sus novelas, desde un enfoque racional.
«Muros y vanos puede parecer inquietantemente verosímil, añade amenazas a nuestra ya amenazada manera de concebir la vida. El mundo virtual, con ser invisible no es menos rígido que un muro de cemento, y aun siendo diseñado por y para humanos, puede conducirnos a la inhumanidad.
Dijo Antonio Gramsci: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos”. Este libro va de esos monstruos que habitan la periferia del sistema, fuera de sus muros, pero también de los de dentro.
Aunque toda muralla, por inexpugnable que sea, necesita ventanas, aberturas, vanos, para que entre la luz y ventilarse, y que son, por este hecho, su parte vulnerable.
¿Puede un humilde poema escrito en un papel servir de grieta para que se cuelen, a la vez, la luz y la oscuridad que hay en lo humano?
Mejor aún: ¿Existe ese haiku o solo es ficción?».
«”Me ha dado trabajito tu encargo”, me dice, y le creo. Cómo poner en duda un trabajo que ni conozco ni entiendo. La forma en que bucea en la pantalla, cómo el cursor da brincos entre los comandos y despliega menús y descarta subrutinas y zigzaguea entre opacas instrucciones en un sortear constante de mensajes emergentes… Está hablando con otro ingeniero en el lenguaje de los ordenadores, tal vez no ahora, tal vez en otro tiempo, pero se entienden. Le dice «¡Ah, puta!» cuando salva el último obstáculo, como si el juego de ese contrincante invisible consistiese en pergeñar trabas cada vez más complejas en un permanente desafío. En un momento se detiene ante un texto en el que distingo algunas palabras, pero aparece encriptado y minado de caracteres no alfanuméricos. Se planta la pantalla a un palmo de la cara y arrastra el dedo sobre ella tratando de extraer de todo aquello algo, lo que sea, que pueda tener coherencia. Entrecortadamente, remachando cada palabra que consigue pescar, me va dictando en voz alta entre el barullo del local».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Malas Artes y Pedro Homar os lo agradeceremos.