Colaborando en esta campaña preventa recibirás el libro en casa antes de que entre en circulación, para que esto sea posible nos hemos propuesto alcanzar en torno a 50 reservas, para iniciar los procesos de edición justo después de finalizar la campaña; en un plazo que puede rondar los 2-3 meses.
Tres amigos de la infancia son asesinados, en Bilbao, en el periodo cuaresmal transcurrido entre la madrugada del Miércoles de Ceniza y el Lunes de Pasión. Las primeras investigaciones policiales centran su atención en una posible venganza por su presunta participación en la violación de una mujer, en sus años de adolescencia, algo que es descartado enseguida por falta de pruebas. La insistencia de un juez instructor y de un perspicaz periodista ofrece la posibilidad de otro autor de la venganza: alguien dispuesto a la revancha sangrienta por una broma pesada que sufrió en su juventud y que marcó toda su vida. La verdad tendrá tintes bien diferentes, por obra de turbios intereses políticos y económicos.
Juan José Romano Planillo nació en la ciudad Navarra de Cascante, en 1947, y reside en Vizcaya desde 1960. Realizó estudios de Derecho en la Universidad de Deusto y se ha dedicado al periodismo en diversos medios de comunicación. Fue periodista radiofónico en Radio Popular de Bilbao; corresponsal en los periódicos Pueblo, Diario 16 y Avui; colaboró en El Correo, La Gaceta del Norte y El Pais; hizo guiones televisivos para las series Goenkale, Señorío de Larrea y Vaya semanita, en ETB. En este último canal televisivo colaboró como tertuliano en el programa vespertino Pásalo y dirigió el magazine Aspaldiko. En su actividad literaria: figura la publicación de la novela La Sultana y el ensayo Lexicón cascantino, además del libro de cuentos Pil-pil y lacón con grelos junto con otros escritores.
«Asesinatos en Cuaresma descubre un entramado de espurios intereses económicos y políticos para conseguir sus fines, sin parar en asesinatos, presiones y corruptelas. La trama es una continua ocultación de la verdad, detrás de pruebas falsas ofrecidas a los investigadores policiales y, cuando no tienen éxito, la utilización de coacciones y chantajes para eliminar los obstáculos. Todo ello en el ambiente de un pueblo aún traumatizado por la violencia terrorista que, hasta unos meses antes, se levantaba con titulares de sangrientos atentados por culpa de ETA. El tráfico de drogas, la prostitución o la homofobia se funden, asimismo, con la avaricia bancaria o la lucha por los nuevos tesoros de la Tierra».
«Aquella tarde-noche del Lunes de Pasión, sonaban tambores y cornetas al paso de las diferentes Cofradías predecesoras del paso que transportaba la imagen de Jesús, ataviado con la túnica de nazareno y su melena, que se aseguraba había pertenecido a una conocida cupletista, recogida con la corona de espinas. Encabezaba la marcha la decana Cofradía de la Santa Cruz, con casi cinco siglos de historia, que tenía su sede en la iglesia de los Santos Juanes y, tras ella, la media docena larga de las demás Hermandades con sedes en diferentes parroquias y colegios de la Villa. Cuando llegó el momento señalado para que se le cantaran las saetas al Nazareno se hizo el silencio y, desde uno de los balcones, sonó el lamento de una mujer de pelo oxigenado, vestida de riguroso negro, por los sufrimientos del galileo. En la calle, una transexual subida sobre unos tacones de vértigo y un glamouroso homosexual, ataviado con una americana decorada con bordados y lentejuelas, obsequiaban a la imagen con sendos ramos de rosas y claveles. Por unos momentos, aquella calle bilbaína tenía el olor y el sonido de la mismísima Sierpe sevillana.
Apenas había concluido la actuación y se disponía a continuar la procesión entre el sonido de cornetas y tambores, cuando el Hermano Mayor de la Cofradía cayó en el suelo de la calle, fulminado. Inmediatamente, se movilizaron los policías que vigilaban el cortejo y formaron un círculo en torno al cuerpo de Luis López de Arkaute. Le tomaron el pulso y concluyeron que estaba muerto, aunque no se vislumbraba herida alguna. Nadie se percató que uno de los cofrades encapuchados, perteneciente al grupo de trompetas, aprovechó el tumulto para desaparecer entre la multitud. El examen forense posterior determinó que el Hermano Mayor había fallecido a consecuencia de una pequeña flecha clavada en su nuca que había sido impregnada en curare, el veneno utilizado por las tribus amazónicas. Los investigadores de la Ertzaintza llegaron a la conclusión de que la saeta había sido lanzada utilizando una de las alargadas cornetas de la Cofradía, a modo de cerbatana, como se podía comprobar por las imágenes que habían grabado las televisiones locales. Las cámaras no registraron la huida de aquel presunto cofrade, más pendientes del cuerpo inerte de López de Arkaute.
A pesar de las pesquisas realizadas, también resultó imposible identificar al autor de aquel crimen. Se supuso, por las declaraciones de algunos testigos, que el encapuchado había bajado por alguna de las calles trasversales que unen la calle de Las Cortes con la de San Francisco y, posteriormente, habría desaparecido en los intrincados vericuetos de Bilbao la Vieja. Hubo quien dijo haber visto a un cofrade correr hacia el Muelle de Marzana y despojarse de hábito y capirote junto al Puente de la Merced, pero la policía no encontró estas prendas ni la corneta-cerbatana que, presumiblemente, habrían acabado en las aguas de la Ría, crecida y turbulenta por las recientes lluvias primaverales, con lo que las habrían arrastrado hasta la desembocadura en El Abra. De todas formas, se hizo un dragado de la zona señalada, sin resultados positivos. La sorpresa surgió cuando, en la hornacina donde se colocaba el paso del Nazareno, apareció una tercera prenda íntima femenina. Se trataba de un tanga de color blanco que, como ocurriera en los dos casos anteriores, estaba usado y no había sido lavado».
Por otro lado, independientemente de que colaboréis realizando vuestra reserva o no, en ocasiones no se puede, sería una inestimable ayuda que os hicieseis eco de esta campaña a través del boca-oreja o por redes sociales... la Cultura, Distrito 93 y Juan José Romano Planillo os lo agradeceremos.