La idea de Arrels Voladores nació cuando mi abuelo falleció y su casa en el campo (donde pasé los momentos más bonitos de infancia) quedó vacía. En ella viven caballos (entre otros animales), hay huerto y mil instalaciones que necesitan mantenerse, cosa que no nos podíamos permitir...a no ser que empezáramos un proyecto para ello.
Y fue en mirar aquel sitio de mi infancia con otros ojos cuando me di cuenta del increíble potencial que aquello tenía. En si, la propiedad cuenta con muchas hectáreas que se podrían destinar a diferentes tipos de agricultura, pasto, e instalaciones diversas. De ello se podrían extraer vegetales ecológicos, hacer cerveza, conservas, quesos...(las opciones eran infinitas!). Además, todos los que habían visitado el sitio expresavan la paz e inspiración que el sitio les transmitía, y se me ocurrió ofrecer también la casa (restaurando sus habitaciones y demás) para estancias, cursos, etcétera.
Por mi parte, adoro la cocina y he trabajado en diversos restaurantes así que pensé en que yo también podría compartir esa pasión con los clientes, utilizando mis propios productos, mostrando platos típicos de la zona pero aportando detalles aprendidos en mis viajes y utilizando técnicas sostenibles (que aprendí básicamente en restaurantes especializados en ello en Copenhagen).
Pensé también en que las infinitas posibilidades de este valle podrían ayudar también a otros soñadores, emprendedores de la zona a tener su oportunidad (el amigo apicultor al que se le quemó el bosque y quiere hacer miel, los conocidos músicos a los que les cuesta ganarse la vida con ello...), abriendo las puertas a nuevas colaboraciones y propuestas, fomentando los jóvenes talentos de la zona (maridando el arte con las comidas, los productos con los platos).
Y sobretodo que los visitantes pudieran ver en ese proyecto una nueva forma de vida, descubrir nuevas tecnicas de auto-suficiencia, de cocina, de agricultura. Porque no hay mejor manera de aprender otras formas de vida...que viviéndolas (aunque sea por un fin de semana).